Últimamente leemos muy a menudo sobre esta común y subjetiva percepción y encontramos explicaciones para todos los gustos, desde las pretendidamente científicas basadas en la Mecánica Cuántica, hasta otras más fantasiosas y oportunistas que relacionan esta realidad subjetiva con el hecho incluso del supuesto final del tiempo que según sus autores significa el fin del Calendaro Maya, hecho que coincidentemente sucede el día de hoy....
Nosotros, contrariamente a todos ellos, encontramos que dicha percepción de aceleración temporal siempre ha existido, y vemos causas mucho más inmediatas, lógicas y terrenales para explicar este hecho.
Estimamos una correlación evidente:
"La percepción de la aceleración del paso del tiempo es directamente proporcional al incremento de la edad física real de quien la percibe".
Podemos así establecer una curva exponencial entre ambos parámetros variables, como apreciamos en la siguiente figura.
Inicialmente nuestra tésis fue diferente. Siempre habiamos intuido que dicha percepción debia comportarse gráficamenete en forma de la curva conocida como Campana de Gauss, es decir en forma simétrica situando el eje en máximos de percepcion de aceleración temporal durante la plenitud o madurez del individuo a estudio, es decir: Creciente muy lentamente durante la niñez y decreciente de forma igualmente lenta durante la vejez, como muestra el siguiente gráfico.
La Campana de Gauss , es una representación gráfica de la distribución normal de un grupo de datos. Éstos se reparten en valores bajos, medios y altos, creando un gráfico de forma acampanada y simétrica con respecto a un determinado parámetro. Se conoce como curva o campana de Gauss o distribución Normal.
La campana de Gauss está definida por la función:
Aunque la campana de Gauss lleva el nombre del genio de las matemáticas Carl Friedrich Gauss , realmente la distribución normal la descubrió y publicó por primera vez Abraham Moivre (por eso en algunos libros se llama la distribución de Moivre – Gauss) en un artículo del año 1733, que reprodujo en la segunda edición de su obra “The Doctrine of Chance” (1738) como aproximación de la distribución normal para valores grandes de n. Este resultado fue ampliado por Pierre-Simon de Laplace en su libro “Teoría analítica de las probabilidades” (1812).
El nombre de Gauss se ha asociado a esta distribución porque la usó con profusión cuando analizaba datos astronómicos y algunos autores le atribuyen un descubrimiento independiente del de De Moivre.
El nombre de "campana" se lo dio Esprit Jouffret que uso este término (bell surface) (superficie campana) por primera vez en 1872.
Las propiedades de la funcion son las que siguen:
El campo de existencia es cualquier valor real, es decir, (-∞, +∞).
p(μ - σ < X ≤ μ + σ) = 0.6826 = 68.26 %
p(μ - 2σ < X ≤ μ + 2σ) = 0.954 = 95.4 %
p(μ - 3σ < X ≤ μ + 3σ) = 0.997 = 99.7 %
Simplificando estos datos y adaptándolos en exclusiva al caso que nos ocupa, tendríamos la siguiente Campana Gaussiana
Sin embargo los hechos mandan, y esta teoría que defendíamos hasta hace bastantes años con vehemencia, que incluso incorporaba la sabiduría popular tradicional, cuyo reflejo es el refranero, que relativo a nuestro tema rezaba: "Para los ancianos la vida transcurre como en la infancia", se ha venido abajo al demostrarse completamente errónea bajo la luz de nuestra propia percepción (subjetiva) del hecho, basada en nuestra experiencia personal acumulada, la que únicamente es adquirida a través de la huella indeleble que del paso del tiempo vivido, huella que nos ha proporcionado la perspectiva suficiente de la propia historia existencial personal basada en la actual edad fisica que tenemos, 53 años que no son pocos...
Pero fundamentalmente, más importante aun que la propia experiencia personal han sido la transmisión que sobre el tema hemos recibido bajo un prisma diferente adquirido a través de la perspectiva extraida de terceras personas en las abundantes y extensas conversaciones que sobre este asunto en cuestión, hemos mantenido con ellas durante años. Un conocimiento tan solo revelado a través de una buena colección de impagables impresiones que hemos recopilado a lo largo del tiempo y que han quedado grabadas para siempre, como un tesoro guardado en la boveda de nuestro cerebro. Conversaciones mantenidas y contrastadas con diferentes personalidades anónimas pero depositarias de determinados conocimientos poco usuales en nuestros días, en algunos casos, y personas normales, próximas y menos próximas en otros. Personas, que siempre, cuando estas conversaciones se produjeron habían vivido bastantes más años que el que suscribe, y que en todos los casos nos expresaron su certeza de que en nuestra actual dimensión humana existe una percepción inequívoca de aceleracion exponencial y continua del transcurrir del tiempo,.
Así llegamos al núcleo de la cuestión:
¿Por qué la percepción de la aceleración del paso del tiempo es directamente proporcional a la edad de quien la percibe?
A nuestro juicio la respuesta es bastante simple: Porque la unidad temporal que empleamos como medida para definir el tiempo que venimos existiendo, el denominado comunmente como año de 365 días, que representa el periodo ciclico repetitivo del desplazamiento de la Tierra en su tránsito completo de traslación alrededor del Sol, se acorta comparativamente al incremento de nuestra edad desde el nacimiento, siendo en el hipotético caso de que nuestra existencia fuese inmortal tendente a cero.
Así en la vida de un infante de 3 años, que ya tiene plena conciencia del paso del tiempo, un año es para él un periodo subjetivamente muy largo, pues representa 1/3 (un tercio = 0,3333) de toda su experiencia existencial hasta ese instante, pero aumentando la cifra del divisor, que no es otra sino la que refleja los años de vida, vemos disminuir exponencialmente el cociente de esta división de forma inversamente proporcional al aumento de la edad, de tal forma que por ejemplo para un hombre de 80 años un año es sólo 1/80 (una ochentaava parte de su existencia = 0,125), como vemos una cifra de una magnitud muy inferior a la obtenida para un niño de 3 años.
Como consecuencia observamos que estos cocientes decrecientes indicarían la medida subjetiva de la percepción de la aceleración del paso del tiempo, y constatamos que siempre componen una serie decreciente que en una hipotética serie infinita de años de existencia tenderían a cero.
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