Historia de los números irracionales
Pitágoras mantuvo una larga conversación con León, rey de Filo, y cuando éste le preguntó en qué consistía ser filósofo, qué hacía a un filósofo diferente de los demás hombres, el Maestro respondió:
“Estamos presentes en la vida como si se tratara de una gran feria. Cambiamos de ciudad, de una forma de vida a otra; algunos vienen para estar al servicio de la gloria, y otros del dinero, pero existen unos pocos elegidos que estudian el universo, y consideran que lo demás no es importante. Estos se llaman a sí mismo amantes de la sabiduría, en otras palabras, filósofos”.
El estudio de los números alogon y de la armonía, ha permitido al hombre comprender los mecanismos de la Creación, y establecer teoremas y leyes inherentes a los fenómenos terrestres.
A partir de estos números, y siempre aplicando los principios de la Geometría y a la Aritmética, planteamos una nueva concepción del universo conocido. Las líneas maestras seguidas se contraponen al pensamiento ortodoxo griego, pues se alejan del espacio euclidiano, y se adentran en la infinitud, tanto espacial como numérica, desterrando los tabúes que envuelven a la realidad de lo ilimitado.
Nuestros fundamentos se han basado en los cuatro Mathema: Aritmética, Geometría, Astronomía, Música, la tetrarkys pitagórica de la ciencia.
La figura representa la cuadratura del dodecaedro, que contiene los fundamentos geométricos y matemáticos utilizados en el diseño del Universo.
El emblema de la escuela pitagórica fue un pentágono regular estrellado. El pentalfa, así llamado, contenía la clave para formar el rectángulo de oro, determinado por la divina proporción, y tenido en cuenta por Fidias, al diseñar el templo de Atenea Parthenos.
La relación entre los lados de un pentáculo viene dada por la sección, (τομή), que refleja la relación entre el lado de un pentágono y su diagonal. Se trata del número áureo, un número de carácter sagrado que simboliza la armonía de todo lo creado:
1,618034…..
Platón, en el Timeo, lo describió como la clave del conocimiento físico del universo. Está presente en organismos vivos, en órbitas planetarias, en templos griegos y pirámides egipcias….
La simetría de este símbolo permite observar que dentro del pentágono interior es posible dibujar una nueva estrella, con una recurrencia ad infinitum.
Del mismo modo, es posible dibujar un pentágono por el exterior, que sería a su vez el pentágono interior de una estrella más grande. Lo que, llevado al plano cosmológico, equivale a asumir la existencia de mundos paralelos, en una sucesión infinita.
La unión de los vértices del pentágono forma una estrella compuesta por dos triángulos. El que está en posición derecha es un triángulo isósceles. Según los principios de la trigonometría, reflejados en el dibujo, el cociente entre cada lado y el seno de su ángulo opuesto es constante e igual al diámetro de la circunferencia circunscrita. A lados iguales se oponen ángulos iguales. a = g
Triángulos inscritos en circunferencias, como parte de las mismas. (Cuadrante)
El pentágono se encuentra aquí inscrito en una circunferencia, donde se refleja el segundo número sagrado, Pi.. Se trata de una constante matemática cuyo valor es igual a la proporción existente entre el perímetro de la circunferencia y la longitud de su diámetro. Una constante que aparecía ya en una lista numérica escrita para construir el gran templo de Salomón´
Pero fue una vez más en Grecia donde la exacta relación entre el diámetro y el perímetro de una circunferencia se convirtió en un desafío. Antiphon, inscribió en el círculo un cuadrado, luego un octógono e imaginó doblar el número de lados hasta el momento en que el polígono obtenido prácticamente coincidiera con el círculo.
Y Arquímedes desarrolló estos resultados. Demostró que la relación entre la longitud de la circunferencia y el diámetro era la misma que entre el área del círculo y el cuadrado del radio. Trazó un octógono regular inscrito en la circunferencia, y otro circunscrito a ella. Comprobó así que se podían construir sucesivamente polígonos inscritos y circunscritos a la circunferencia, duplicando cada vez el número de lados, lo que implicaba que sus áreas cada vez ser aproximaban más cercanas al área del círculo, que es .
De esta forma llegó a calcular las áreas de los polígonos de 96 lados, (96 = 24 6), obteniendo:
En la práctica, obtuvo un valor de 22/7 para ∏, y en la fase teórica, construyó la espiral que lleva su nombre, y que permitía rectificar la circunferencia y, por tanto, cuadrar el círculo.
Bastaba con el Teorema de Pitágoras para obtener una buena aproximación a ∏ :
Si partimos del perímetro conocido de un polígono regular de n lados inscrito en la circunferencia, entonces el perímetro del polígono regular de 2n lados se puede obtener aplicando 2 veces el Teorema.
Todas las operaciones aritméticas son posibles entre segmentos. Dados dos segmentos de longitudes a y b se pueden construir los segmentos de longitudes a + b, a – b, ab y a/b, así como la extracción de raíces cuadradas.
Si OQ = r, y siendo PQ = s el lado del polígono regular inscrito de n lados:
entonces OM =
Luego MR = r- u, siendo RQ el lado del polígono de 2n = W
O tomando r = 1, l
n = S, l
2n = w queda l
2n =
Partiendo del hexágono, l6 – 1:Para el dodecaedro.
3,14159…….La esencia la forma perfecta, el círculo, y los ciclos temporales, ∏
Pitágoras conoció en Egipto los sólidos regulares: tetraedro, hexaedro, octaedro e icosaedro. Cuatro sólidos que tienen sus caras iguales. Y a cada sólido se le asoció un elemento. (Agua, aire, tierra y fuego).
El descubrimiento de un quinto sólido, también recayó en los pitagóricos
.
El dodecaedro, figura sólida de doce caras pentagonales, permite generar la estrella de cinco puntas mediante la unión alternada de sus vértices. Este descubrimiento, como veremos, fue el que llevó a los pitagóricos a considerar la integración del universo. De la misma forma se han integrado en este símbolo las principales figuras geométricas, con sus principios aritméticos.
La existencia de los cinco sólidos la tradujo en un teorema, -una verdad matemática- . Pitágoras concebía el universo como un ser viviente, cuyas medidas estaban hechas a escala de las del sistema planetario, de la Tierra y del propio hombre. El quinto sólido o dodecaedro, simbolizaba el espíritu universal o éter.
Platón utilizó los cinco sólidos para explicar el origen y la estructura del universo. Al observar que todos los cuerpos tienen caras, y que éstas pueden ser divididas en triángulos, generó los poliedros desde un triángulo rectángulo. Cada uno de los sólidos platónicos correspondía a uno de sus elementos básicos, los cuales estaban compuestos por ínfimas partículas con estructura poliédrica.
Así, la tierra estaba asociada al cubo,el fuego al tetraedro, el aire al octaedro, el agua al icosaedro, y finalmente el Universo como un todo, estaba asociado con el dodecaedro.
Thales de Mileto, maestro de Pitágoras, midió la altura de las pirámides, a través de la sombra que producían cuando una vara clavada verticalmente en el suelo producía una sombra igual a su altura. Para esto, los rayos del Sol debían tener una inclinación de 45º. Los alogón se hallan encerrados en la Gran Pirámide, pues su superficie total se halla dividida según la sección, apareciendo de nuevo a y W . El lado de su triángulo de sección es el lado de un pentágono, y el de su triángulo de cara, la relación entre el pentágono, que es lado de su triángulo de sección, y el lado de su triángulo de cara es el lado de un hexágono, hallándose ambos inscritos en el mismo círculo.
En uno de los textos herméticos dice el dios Thot :
¿No sabes, Asclepios, que Egipto es una imagen del cielo?
Sucesiones ad infinitum
Dado que una sucesión numérica es una secuencia de números ordenados, nos consta que los pitagóricos se interesaron desde el primer momento en la construcción de series infinitas. Anaximandro había hecho derivar lo limitado de lo ilimitado. Afirmaba que que “lo ilimitado (apeiron) es el inicio de todo”.
Pitágoras combinó esta noción con la del límite, que da forma a lo ilimitado. El cosmos, limitado está rodeado por lo ilimitado (el aire), y el mundo lo inhala. Los objetos del cosmos limitado no son pura limitación si no que tienen mezcla de lo ilimitado.
De esta forma, un número irracional pudo ser entendido como el límite de una suma infinita de números racionales (por ejemplo, su expansión decimal).
El filósofo Zenón de Elea consideró el problema de sumar una serie infinita para lograr un resultado finito, pero lo descartó por considerarlo imposible: el resultado fueron las paradojas que llevan su nombre. Argumentaba que una bisección ilimitada de un segmento de recta daría como resultado un segmento de recta de longitud cero y la suma sucesiva de ceros es cero, por lo que ponía en duda la concepción pitagórica sobre los procesos infinitos.
Aristóteles propuso una resolución filosófica a la paradoja, pero el contenido matemático de esta no quedó resuelto hasta que lo retomaron Demócrito y después Arquímides. Asimismo afrontó de forma más osada problema del infinito, estableciendo en su obra Física, dos clases diferentes de infinito: el infinito potencial, como un proceso constante de crecimiento que no termina nunca; y el infinito actual, concebido como obra terminada.
El descubrimiento de los números inconmensurables vino a confirmar que no existe una medida común a todas las magnitudes. El cálculo de magnitudes irracionales precisaba establecer una relación entre razones y proporciones numéricas. Los matemáticos griegos concibieron el método de exhaución para encontrar la medida del círculo. Se basaba en la hipótesis de que la diferencia entre la superficie de un círculo y uno de sus polígonos inscritos puede ser tan pequeña como se quiera; dependiendo del número de lados que contenga ese polígono.
Leucipo, Demócrito y Antifon hicieron aportaciones al método griego de exhaución, griego al que Eudoxo dio una base científica alrededor de 370 a. C. El método se llama exhaustivo ya que expande las áreas medidas de manera que cubran más y más del área requerida.
El infinito geométrico
Fue a través del método exhaustivo de Arquímedes como se halló que número infinito de subdivisiones geométricas progresivas podían alcanzar un resultado trigonométrico finito. (Año 225 a.C). Su primer avance importante fue considerar el área de un segmento de parábola como una serie de segmentos infinitos: área igual a 4/3 del área del triángulo con los mismos base y vértice y es igual a 2/3 del área del paralelogramo circunscrito. Arquímides construyó una secuencia infinita de triángulos empezando con uno de área A y añadiendo continuamente más triángulos entre los existentes y la parábola para obtener áreas :
A,
A +
A/
4,
A +
A/
4 +
A/
16,
A +
A/
4 +
A/
16 +
A/
64, …
El área del segmento de la parábola es, por lo tanto:
A(1 +
1/
4 +
1/
4² +
1/
4³ + …) = (
4/
3)
A.
Éste es por tanto el primer ejemplo conocido de suma de una serie infinita.
Arquímides usó el método exhaustivo para encontrar la aproximación al área de un círculo. A través de la
reductio ad absurdum, fue capaz de resolver problemas mediante aproximaciones con determinado grado de precisión, especificando los límites entre los cuales se encontraba la respuesta correcta. Esta técnica recibe el nombre de método de exhaución, y fue el sistema que utilizó para aproximar el valor del
número π, lo que ya explicamos anteriormente.
Consideramos que dicho método, conlleva una aproximación cautelosa a la infinitud, por lo que no dudamos en refutar el postulado de Euclides que afirma: “El todo es mayor que cada una de las partes“. Nuestro propósito matemático se cumple si podemos alcanzar una magnitud tan pequeña como queramos, a través de por la división continuada de una magnitud dada. Para ello nos atenemos en primer lugar al axioma de Eudoxo Arquímides:
“De dos magnitudes desiguales, líneas, superficies o sólidos, la diferencia entre la mayor y la menor, añadida a sí misma un número suficiente de veces, puede sobrepasar cualquier magnitud dada”.
En su obra Sobre la Esfera y el Cilindro, Arquímedes postula que cualquier magnitud, sumada a sí misma suficiente número de veces, puede exceder cualquier otra magnitud dada, lo que corrobora nuestra oposición al postulado de Arquímides. Cabe destacar la forma en que su ciencia se opuso a los dogmas de su época, lo que convirtió al sabio de Siracusa en objeto de críticas por los matemáticos ortodoxos.
Representa pues, Arquímedes, un ejemplo de capacidad creativa e innovadora.
Prescindiendo de elementos desfasados de la tradición científica alejandrina, propuso y perfeccionó, con originalidad e ingenio, métodos para el desarrollo de la ciencia de su tiempo.
En la misma línea, definida por Arquímides, trataremos de abordar problemas geométricos utilizando los números.
Una de las clasificaciones de los números realizadas por los pitagóricos, era según sus formas poligonales. Para ello, los representaban sobre la arena con pequeñas piedras redondas, según las diferentes formas geométricas que adoptaban (triangulares, cuadrados, pentagonales…) Se crearon así las primeras sucesiones de números, a los que denominaron números poligonales o figurados.
A partir de estos números poligonales, y siguiendo la metodología pitagórica, , nos hemos apoyado en los dibujos para realizar nuestros cálculos.
A través de la suma de la unidad, se obtiene el dos, representado por los dos puntos extremos de una recta, y si se siguen añadiendo unidades, pueden obtenerse todos los números representados por dos, tres, cuatro… como puntos alineados. Se obtiene de esta manera el desarrollo lineal de los números.
Por tanto podemos afirmar que las sucesiones de estos primeros números cuadrangulares, constituyen la primera versión del las sucesiones numéricas infinitas, considerando la relación entre órdenes consecutivos de números de un determinado tipo y relaciones entre números poligonales de tipos diferentes. Así, por ejemplo, si llamamos T(n), C(n), P(n), H(n) al n-ésimo número triangular, cuadrado, pentagonal y hexagonal, respectivamente, obtenemos importantes propiedades aritméticas de los números enteros, que, a su vez podemos visualizar en las siguientes figuras:
Si partiendo de la unidad vamos añadiendo sucesivamente los números impares conforme al “gnomon”, obtenemos los números cuadrados, mientras que si partimos de dos y le vamos añadiendo los números pares, obtenemos los números triangulares.
n(n + 1)/2
Aritméticamente basta escribir en una primera fila los números impares y proceder para la segunda como en los números triangulares, para obtener los números cuadrados:
1 3 5 7 9 11 13 15 17
(Cada número es el anterior + 2)
1 4 9 16 25 36 49 64 81
(Cada número es el cuadrado de la serie de números naturales).
De aquí esta importante propiedad: La suma de los n primeros números impares es igual al nenésimo número cuadrado. Un cuadrado es un número en forma de rectángulo cuyos lados contienen un número igual de puntos.
Un número de forma rectangular era llamado heterómeco si un lado contenía un solo punto de más que el otro lado, y era llamado promeco si la diferencia entre los puntos de ambos lados era mayor que uno. Por ejemplo el número 15 es promeco y el número 20 heterómeco.
Llevando sobre un lado y paralelamente a una diagonal una línea recta, ésta divide a un número heterómeco en dos partes que son dos triángulos rectángulos iguales:
Y como el número de puntos del nenésimo heterómeco, constituido por n columnas y por n + 1 filas, es n (n + 1), resulta para el nenésimo número triangular la fórmula n (n + 1). Recordando la definición del número triangular, se tiene:
Observando la figura podemos deducir que todo numero cuadrado (de cualquier orden) es la suma de un número triangular del mismo orden y otro de orden inmediatamente anterior. Por ejemplo: 9 = 6 + 3, 25 = 15 + 10. Esto se puede representar de esta forma: C(n) = T(n) + T(n – 1).
Un número pentagonal se puede obtener como la suma de uno triangular del mismo orden más dos veces otro de orden inmediatamente anterior. Por ejemplo: 22 = 10 + 2.6. Eso se puede representar de esta forma: P(n) = T(n) + 2T(n – 1).
El número pentagonal n—ésimo es igual a n más tres veces el número triangular
(n—1). El proceso puede continuar indefinidamente, es decir, ad infinitum, con lo que empezamos a aplicar el infinito potencial.
Nos consta que los egipcios sabían cómo sumar una serie geométrica. Como ejemplo, suponemos un rectángulo de área 1:
Si lo dividimos en rectángulos más pequeños, podemos calcular el área de cada uno :
Si colocamos cada sumando en filas, la suma de éstas se puede calcular hallando la suma de cada columna:
Del mismo modo que con la serie geométrica, calculamos ahora los inversos de los números triangulares (1, 3, 6, 10, 15….)
Pero calculamos no la suma, sino su mitad:
1/2 · S = 1/2 + 1/6 + 1/12 + 1/20 + … =
=(1- 1/2)+(1/2 – 1/3)+(1/3 – 1/4)+(1/4 – 1/5)… =
= 1- 1/2+1/2 – 1/3+1/3 – 1/4+1/4 – 1/5… = 1
Luego S = 2
Tenemos una aproximación al valor buscado: 2,71.
Sustituimos términos, obteniendo la siguiente fórmula:
Se trata de una sucesión creciente y acotada, y por tanto, convergente. Su límite es un número irracional (alogón), al que hemos llamado épsilon, (e).
Según Arquímides:
“Hay algunos que creen que el número de granos de arena es infinito en cantidad y por arena…. Hay también algunos que, sin considerarlo infinito, creen que no existe una cifra lo bastante grande para exceder a su magnitud. Intentaré demostraros por medio de puntos geométricos que los números nombrados por mí…. algunos exceden no sólo al número de la masa de arena igual en magnitud a la de la Tierra, sino al de la masa igual en magnitud al Universo”.
Arenario. Arquímides.
Hemos reproducido este fragmento de la obra de Arquímides, para señalar cómo éste, una vez más, no tuvo reparos en traspasar los límites matemáticos tradicionales, abordando un sistema de numeración basado en números espectacularmente grandes. Partiendo de una miríada o 10.000 como unidad de primer orden, obtenía por extensión el número (10.000)2, llegando hasta (100.000)2, como unidad de tercer orden, y extendido llegaría a (100.000)3. Podríamos continuar hasta llegar al término n-ésimo, al que llamaremos N (100.000.000)100.000.000 o N elevado a 108, para el primer octeto.
La idea de Apolonio para extender el sistema de numeración a números más largos, capaces de superar el número de partículas del universo, fue trabajar con potencias de la miríada. Así, una M con una a sobre ella representaba (10000), M con b sobre ella representaba M2 (10000000), y así sucesivamente. Era un sistema similar al usado por Arquímides, pero en el de Apolonio, la base a la que eran elevadas las diversas potencias era 10000 = 104 .
Aplicamos nuestra fórmula anterior a este sistema, para una primera potencia (12), pues estos son los meses del año, lo que está en relación con nuestro cálculo final.
Aplicando fórmula del límite de sucesiones infinitas que hemos obtenido:
Comprobamos que:
= 2,61303…, valor que nos permite obtener dos aproximaciones:
¨ Al número alogón al cuadrado: a 2 = 1,6180339887499)2 = 2,618….)
¨ Al número que buscamos, 2,71, en e una segunda aproximación.
Sustituimos por la base de Apolonio:
Con lo cual, obtenemos exactamente nuestro número. Podemos ya definirlo como el límite de (1 + 1/n)n cuando n tiende a infinito. Es el límite de la sucesión de término general.
Junto a la demostración geométrica del teorema de Pitágoras fue encontrado el método para hallar la serie ilimitada de las ternas de números “pitagóricos”, esto es, ternas de números que satisfacen la ecuación a2+b2=c2. y que tienen la forma:
n, (n2 – 1)/2, (n2 + 1)/2, donde n es impar.
Otra regla sería: n, (n/2)2 – 1, (n/2)2 + 1, donde n es par, y se cita en las obras de Platón.
Por último, el número e se puede representar como una fracción simple continua infinita,al igual los alogós phi y ∏, y los números metálicos:
Desarrollo en fracciones continuas de los números metálicos:
Paisaje curvo
La Geometría surge en la prácticas primitivas de la agrimensura egipcia. De hecho, hecho, Geometría significa “medir la Tierra”. Esta antigua geometría empírica pronto fue transformada por los griegos en matemática.
Tales de Mileto, dos siglos (A.UC), puede considerarse el fundador de esta nueva geometría sistemática, asociada a métodos deductivos, y al razonamiento lógico.
El continuador fue Pitágoras de Samos.
Los sabios han indagado en las misteriosas formas curvas, presentes en la Naturaleza y el Universo, desde la humilde concha de un caracol o la tela de una araña, hasta las formas estelares. Aunque solemos decir que Arquímides es el pionero en describir curvas mecánicas, basadas en el movimiento de un punto, fue precedido por compatriotas suyos: Hipias de Elis, y Dinóstrato, llamado el padre de las cónicas, quienes inventaron una curiosa curva generada por el movimiento uniforme de dos rectas, a la que llamaron cuadratiz de Dinóstrato, y que también aplicaron para trisecar el ángulo.
Menecmo presenta estas curvas como secciones de un cono circular recto por un plano perpendicular a una generatriz, por lo que la parábola fue llamada sección de cono rectángulo. La elipse era la sección de cono acutánulo, y la hipérbola, la sección de cono obtusángulo.
Apolonio de Perga fue contemporáneo de Arquímedes (286 a. de J.C. – 212 a. de J.C.), Vivió la mayor parte de su vida en Alejandría y se le recuerda como “el gran geómetra”.
Perfeccionó las matemáticas helénicas, especialmente la Geometría. Su obra fundamental fueron ocho libros sobre las secciones cónicas, donde demuestra que tanto la circunferencia como la elipse, la parábola o la hipérbola pueden determinarse al cortar un cono con planos de distinta inclinación (por lo que estas curvas son llamadas Cónica. En el libro V se introducen nociones tales como normal a una curva, evoluta, centro de curvatura, etc. El estudio de las curvas de segundo grado fue llevado a la cúspide de la perfección.
A finales del siglo IV (AUC), existían ya dos obras importantes sobre cónicas: el Libro de los lugares sólidos, de Aristeo, y una obra de Euclides, en cuatro libros, en la que se continúa con lo expuesto en las Cónicas de Apolonio.
Y aun antes de Arquímides, los matemáticos de épocas antiguas habían comprobado que las superficies curvas contienen un elemento de irracionalidad que dificulta su medida. Tal y como su caprichosa forma sugiere, se trata de curvas fugaces, en aparente movimiento. No son curvas estáticas, como las cónicas o las lúnulas, y su trazado debe ser, pues, mecánico y complejo. Podríamos definirlas de la siguiente forma:
“Son curvas planas que comienzan en un punto y cuya curvatura va disminuyendo progresivamente a medida que aumenta su radio de curvatura.”
Arquímedes de Siracusa, admirado ante la belleza de esta curva, realizó un estudio profundo sobre sus propiedades, en un escrito titulado “De las espirales” desde entonces se la conoce como espiral de Arquimedes.La forma en se produzca ese cambio de curvatura y ese incremento del radio de curvatura nos colocará ante diferentes tipos de espirales. La distancia al origen y el ángulo girado hasta llegar a ese punto son los dos parámetros que definen una espiral.
En una espiral de Arquímedes las distancias entre sus brazos, a y b son constantes.
Ahora veremos la primera forma en que hemos deducido el tercer número alogón, e. Para ello hemos centrado nuestra atención en las curvas presentes en nuestro entorno, identificando otro tipo de espiral en diversas formas de la Naturaleza, como la concha del caracol., a la que llamaremos spira crescendis.
La espiral creciente (spira crescendis),o geométrica, se distingue de la espiral de Arquímides por el hecho de que las distancias entre su brazos se incrementan en progresión geométrica, mientras que en una espiral de Arquímedes estas distancias, a y b son constantes.
(De igual forma, la espiral creciente, puede ser generada a partir de rectángulos comprendidos en la sección,. Podemos, por tanto, relacionar a e con phi y ∏ a partir de dicha espiral).
Es decir, el radio de posición en un punto no depende de forma lineal, sino creciente y uniforme del ángulo girado. Según vayamos girando alrededor del origen la curva se va ir alejando del origen de forma cada vez más rápida.
La espiral ascendente está generada por el número e en una fórmula abierta, = a e bq, donde a y b son distancias constantes, e es nuestro número alogón e = 2, 71828182, r el radio de posición de un punto y theta el ángulo girado. Esta espiral crece hacia el infinito en progresión geométrica.
Teodoro de Cirene (siglo IV a. C), fue maestro de Platón, y, según éste, el primero en demostrar que las raíces cuadradas de los números naturales (no cuadrados) desde el 3 al 17, son números irracionales. Utilizando el teorema de Pitágoras, representó las raíces de los números naturales; añadió perpendicularmente a un segmento una unidad lo que forma triángulos cuyas hipotenusas son las sucesivas raíces, y dando forma a una espiral conocida como Espiral pitagórica, que coincide con nuestra espiral creciente.
Uno de los catetos de cada uno de los triángulos rectángulos consecutivos que forman la espiral, mide la unidad, el otro es raíz cuadrada de n y la hipotenusa es raíz cuadrada de n + 1.
Pitágoras insistía en que esta espiral era la figura que mejor representaba la existencia, teniendo en cuenta la evolución, ya que los sucesos no se repiten con exactitud, sino que se retorna a una posición parecida, pero algo alejada de la anterior. Simboliza desarrollo, continuidad cíclica pero en progreso, y rotación creadora. También nacimiento y muerte, o más bien muerte iniciática y el renacimiento a una nueva existencia en un plano superior.
La espiral ascendente es la única curva que verifica que su evoluta, su involuta, su cáustica y su podaria son, a su vez, una espiral ascendente. Por ello “eadem mutata resurgo” significa que aunque me cambien, es decir si trazan mi evoluta, mi involuta, mi cáustica de reflexión o de refracción… siempre volveré a aparecer semejante a mí misma.
Este tipo de espiral parece también en la genealogía de ciertas especies. Es el caso de los machos o zánganos de una colmena. La clave está en que las abejas hembras de la colmena nacen de los huevos fertilizados (tienen padre y madre), mientras los machos o zánganos nacen a partir de huevos no fertilizados, o lo que es lo mismo, sólo tienen madre. De esta forma, sus árboles genealógicos siguen estrictamente una distribución de Fibonacci: un macho (1) no tiene padre, sino una madre (1,1), dos abuelos – padres de la reina – (1,1,2), tres bisabuelos – porque el padre de la reina sólo tiene madre – (1,1,2,3), cinco tatarabuelos (1,1,2,3,5), etc.
La espiral pitagórica viene definida por unos números, a los que llamaremos λόγος (logos donde una serie aritmética de logos corresponde a una serie geométrica de números. Estas sucesiones eran ya conocidas por Pitágoras, quien las reconoció como progresiones geométricas, la primera en relación 2 : 1, y la segunda, en relación 3 : 1.
El nombre que les dio fue el se la
Doble Tetraktys.
Platón utilizó esta Tetraktys para formar el alma cósmica, añadiéndola al círculo para representar los siete planetas, y las distancias entre ellos. Esto nos permite afirmar que la espiral definida por estas progresiones, la espiral creciente se encuentra en nuestro Universo, siendo una de las formas que adoptan los cuerpos estelares.
La Doble Tetraktys fue símbolo de las progresiones: el punto, (1), que se transforma en línea (3 y 2), formando el plano (4 y 9), hasta llegar al sólido o cubo (8 = 23, 27 = 33). El resultado final es el origen de los sólidos ya descritos. Completa el constante proceso de cambio que transforma a las formas físicas: (Puntos, líneas, alfas, superficies y sólidos de tres dimensiones).