Por Adrian Salbuchi, analista político en Argentina:
Un fantasma recorre Latinoamérica…
El continente latinoamericano se encuentra transitando violentas convulsiones en muchos frentes. A menudo, esto hace difícil distinguir entre la protesta social genuina y la intervención encubierta extranjera, tal como hoy comprobamos en la mal-llamada “Primavera Árabe“.
A pesar de las muchas décadas de experiencia que tiene Latinoamérica con los golpes de Estado militares orquestados desde afuera, en el mundo actual la “opción militar” quedó descartada. Demasiado a menudo, los militares locales fueron títeres que funcionaron como gendarmes locales para Estados Unidos durante la Guerra Fría, pero bajo la “globalización” se convirtieron en redundantes y embarazosos.
De manera que, al igual que los años 60 y 70 del siglo pasado vieron un efecto dominó de “golpes militares anticomunistas” en su momento ampliamente aplaudidos por EE.UU. y el Reino Unido; los años 80 a y 90 vieron el regreso de la “democracia” navegando sobre la ola de los “derechos humanos”. En pocas palabras: las botas militares dejaron de estar de moda y los políticos corruptos pero “democráticos” se pusieron muy de moda…
Bajo gobiernos nominalmente “democráticos”, el poder local dejó de administrarse con fusiles y bayonetas, para serlo con toneladas y toneladas de dinero. Ahora que los Dueños del Poder Global se encuentran en plena ejecución de una cambio dramático en las relaciones de poder mundiales, pareciera que Latinoamérica está madura para otro apriete: para una dosis de tratamiento “Primaveral…” Sería, sin embargo, un gran error creer que se nos va a imponer una copia de la “Primavera Árabe“, pues un factor clave de la Machtpolitik global actual reside en lograr una comprensión acabada de las condiciones que prevalecen en cada país y región, las que en Latinoamérica son muy diferentes a lo que impera en el mundo árabe.
¿Qué es lo que mueve a cada país?
Para encender la mecha de la “Primavera Árabe” el año pasado, los poderosos comprendieron que enormes sectores de la población local – especialmente los más jóvenes – estaban hartos de sus regímenes autoritarios y anquilosados en el poder: se tratara de los 31 años de Mubarak en Egipto, los 42 años de Ghaddafi en Libia o los 40 años de la familia Al Assad en Siria.
Pero este fenómeno no puede aplicarse hoy a Latinoamérica, ya que todos nuestros gobiernos nacionales son nominalmente “democráticos”. Cada nación sufre las andanzas del ejército de políticos corruptos que se turna en la mal-administración del país.
A su vez, en el frente religioso, el Islam exige de sus creyentes una militancia activa en la defensa de la Fe, de manera que una importante línea de conflicto en la “Primavera Árabe” es el conflicto centenario entre chiitas y sunitas, a lo que hoy se les agrega la lucha entre regímenes clericales y seculares.
Esta problemática altamente compleja ha frustrado la capacidad del mundo musulmán de unificarse bajo un único liderazgo sólido y fuerte, que es tan fundamental para neutralizar las décadas – ¡en verdad, siglos! – de interferencia e intervención occidental en esa región. Divide e Impera ha sido desde siempre el Leitmotiv del imperialismo.
De manera que zarandeando a los pueblos de un lado al otro; y apelando a las naturales ansias de cambio entre las generaciones jóvenes e ingenuas, cuya (de)formación intelectual y cultural en gran medida refleja la “cultura” pop occidental, torna más fácil disparar los conflictos sociales y generacionales que se vieron el año pasado: desde Túnez hasta Egipto; desde Libia hasta Siria; desde Sudan a Irán.
A lo sumo, a las potencias occidentales se les hizo difícil mantener aislados de todo este proceso a los países “ADO” (Amigos De Occidente) como Arabia Saudí, Kuwait y Bahréin. Sin embargo, la proverbial habilidad que tiene Occidente de arrojar trillones de petrodólares de aquí para allá, más la extrema discreción de los multimedios globales occidentales respecto de las revueltas dentro de “países amigos”, aunado a la presencia ominosa de la Quinta Flota de EE.UU. en Bahréin, y “alguna ayudita de nuestros amigos (israelíes)”… les permitió lograr su cometido. Al menos hasta ahora..
Pero las cosas son distintas en Latinoamérica. Aquí no hay posibilidad de disparar luchas violentas entre católicos y protestantes, por ejemplo… y dado que todos los países son formalmente “democráticos”, la gente no se vuelca fácilmente a las calles exigiendo sacarse de encima a algún régimen autoritario ya que, oficialmente, no existe ninguno. Sólo les basta con aguardar a las próximas y previsibles elecciones.
Podrá haber algún golpe “Monsanto“ en Paraguay, o traspié por la compra de votos del PRI en México, pero la verdad es que Gran Hermano USA está demasiado ocupado respirándole en la nuca a Hugo Chávez en Venezuela como para preocuparse de estos asuntos nimios.
¿Dónde está, entonces, el Frente de Guerra en Latinoamérica? Antes de responder, veamos esto:
Guerra en tiempos de “Primavera”
Cuando se habla de la Guerra, tendemos a pensar en términos de ejércitos invasores como en la Segunda Guerra Mundial. Pero la realidad indica que la Guerra se ha transformado en algo mucho más encubierto; menos formal. Hoy, se utilizan formas mucho más sutiles de librar la Guerra como, por ejemplo, ingenierizando golpes financieros o sociales, o si no – como ya han aprendido Libia y Siria – ingenierizando guerras civiles.
En la Guerra tradicional, el centro de atención se ubica en los “fierros” militares, la estrategia y la logística territorial. La nueva Guerra “Primaveral”, sin embargo, se planifican calladamente desde lugares remotos y luego se despliega como una suerte de paquete dentro del país a ser agredido.
Primero, identifican las líneas divisorias de conflicto en la sociedad local: cuáles son las quejas y demandas sociales insatisfechas de la población, qué fervores religiosos y odios étnicos pueden aprovecharse por estar listos para explotar, etc.
Luego, hace su entrada la Guerra Psicológica a través de las consabidas ONG controladas y financiadas desde el exterior, militantes violentos locales, lobbies y grupos de choque de todo tipo, los oportunos políticos de la oposición, los periodistas a sueldo y, por supuesto, la siempre presente “Embajada”. En toda Latinoamérica “La Embajada” se refiere al poder ominoso de las representaciones diplomáticas estadounidense, británica e israelí, que operan como cabezas de plata interfiriendo, presionando y distorsionando la política local.
Y si “La Embajada” no logra imponer el “cambio de régimen” que anhela, entonces siempre tienen listo un “Plan B”: escalar el conflicto a través de un descarado financiamiento, entrenamiento y provisión de armas a los peores elementos subversivos, terroristas y pandillas criminales locales, tal como ocurrió en Libia y hoy ocurre en Siria.
El frente de Guerra en Latinoamérica
La verdadera Guerra en toda Latinoamérica donde mortales disparos matan y hieren a millones de personas, hoy yace en la brecha cada vez más enorme entre los Descomunalmente Ricos (pequeños grupos de personas con enorme poder) y los Abyectamente Pobres (enormes cantidades de personas, con ínfimo poder).
Esta Guerra Latinoamericana se libra en las villas miseria de Buenos Aires, Bogotá y México; en las favelas de Rio de Janeiro y Sao Paulo; en las ciudades de cartón de Caracas, Guayaquil y en cada ciudad de nuestra región.
La realidad indica que los pobres están tomando cabal conciencia de cuán pobres son. Mientras que en esta sociedad de consumo los ricos los abofetean a través de la televisión, Internet y la industria de los “entretenimientos”. El mundo supranacional de las Corporaciones le recuerda constantemente a todos cuán linda la vida es, si se tiene la riqueza necesaria para comprar automóviles, computadoras, teléfonos celulares, viviendas, vacaciones… ¿Es usted demasiado pobre para acceder a todo eso? En fin… ¡qué lástima…!
La frustración social masiva conforma la raíz de la sorda Guerra Latinoamericana. Sus ramificaciones las hallamos en la oscura violencia en las calles, en la prostitución, las drogas, el alcohol, las guerras de pandillas, la pornografía… Aniquila física, intelectual y espiritualmente a decenas y decenas de millones de personas en las calles de México, Brasil, Colombia y Argentina.
Esto contrasta con el mundo musulmán donde el tradicional fervor religioso mantiene el conflicto entre ricos y pobres a un nivel mucho más benigno, solidario y menos explosivo. En Latinoamérica, las iglesias católica y protestante han pedido su atractivo y fuerza social. Y el vacío espiritual que ello genera se ha venido llenando con una ambición furiosa y desmedida por riquezas materiales a cualquier costo.
En verdad, nada de esto es Nuevo salvo que ahora se dispone de una capacidad tecnológica sin precedente para disparar y controlar las guerras sociales; escalándolas hasta convertirse en insurrección y Guerra civil, cuando a los Dueños del Poder Global les plazca para lograr sus objetivos, a menudo a largo plazo.
Pero, ello opera como una espada de doble filo, pues esas mismas tecnologías hoy hacen que las poblaciones mundiales tengan la posibilidad de crecer en su lucidez y ser más activas. Como se lamentara recientemente Zbigniew Brzesinski, ideólogo de la Comisión Trilateral y exasesor de seguridad nacional del presente Jimmy Carter, “la creciente conciencia política de los pueblos es una clara amenaza” para los Dueños del Poder Global.
Es por ello, que están empujando a todo el mundo hacia una confusa guerra de todos contra todos, donde cada victoria y cada derrota en una región, tiene amplias consecuencias para el resto del mundo. El pueblo se vio derrotado en Irak, Libia y Afganistán. Hoy, el Pueblo libra una enorme batalla por preservar su soberanía y dignidad en Siria, Irán y Venezuela.
Considerando la colosal crisis económica y financiera que hoy golpea a Estados Unidos, Europa, el Reino Unido – incluso a Israel – si se desata una “Primavera Latina” contra nuestro continente en el frente de Ricos versus Pobres, entonces la capacidad latinoamericana de superar ese conflicto de manera inteligente, efectiva y con grandeza y Visión de futuro, podrá tener un efecto dramático y positivo para todo el mundo.
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