La batalla diplomática que libran la Unión Europea y Rusia por atraerse a sus vecinos más próximos ha rescatado del olvido viejos clichés. Rusia despliega sus veleidades imperialistas —y las presiones soviéticas— para mantener en su órbita al vecino más preciado, Ucrania. Y Europa ejerce de tutor airado al reprender a quien chantajea al mal alumno que renuncia a sus exigentes estándares. Estos son los reproches que se lanzan mutuamente Bruselas y Moscú tras el tropiezo ucranio, un obstáculo en la política de vecindad de ambos territorios. Y sin embargo, ese relato simplificado de los hechos no contribuye a reconciliar a unos socios cuya única opción es entenderse, principalmente por los fuertes lazos energéticos que los unen.
La desconfianza explica en buena medida las tormentosas relaciones que han mantenido desde siempre ambos bloques. Bruselas no se fía de las promesas rusas porque suele reaccionar de forma enérgica —y en muchos casos imprevisible— a cualquier tipo de tensión. Y Moscú recela de esa política europea de guante de seda que, en última instancia, persigue también extender su área de influencia.
Esos son los dos frentes que dibujan las fuentes consultadas, casi todas con exigencia de anonimato. Rusia se sabe ganadora, al menos de momento, en la disputa por Ucrania, que culminó a finales del mes pasado con el portazo de Kiev a un ambicioso acuerdo de asociación con la UE. Esa victoria del presidente ruso, Vladímir Putin, refuerza su proyecto de unión aduanera, por el que trata de estrechar aún más los lazos con parte del antiguo territorio de la URSS.
“Rusia ha ejercido una política coercitiva y de chantaje, como si esto fuera una competición. Obedece a la mentalidad que tienen y a ese viejo estilo comunista de hacer política”, esgrimen fuentes comunitarias, que atribuyen a Moscú “miedo a verse rodeada de países con estándares comunitarios”, es decir, de democracia y libertad.
Más allá de los lamentos, el episodio evidencia graves errores de cálculo por la parte europea. Pese a que el propio presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, advirtió al líder ruso de la intención de asociarse a Kiev, la diplomacia comunitaria minimizó los riesgos que planteaba la fuerte relación que conserva la exsoviética Ucrania con Rusia. Y no previeron esa respuesta tan enérgica que acabó echando por tierra el pacto. “Los rusos también fallaron al reaccionar tan tarde a un proyecto que conocían desde hacía tiempo”, añaden otras fuentes.
Con el desliz de Ucrania, la UE aleja de su área de influencia uno de los territorios que podía servirle de dique de contención frente al Este. La pérdida de una influencia en el Este que Bruselas creía próxima se suma al desgobierno existente en las fronteras comunitarias del sur. Con el golpe de Estado de Egipto, la ausencia de algún tipo de autoridad en Libia y los focos de radicalismo incontrolado que está provocando la guerra en Siria, la UE se expone a muchos más riesgos en la zona del sur. Y los problemas orientales agudizan su vulnerabilidad exterior.
En el otro lado, la victoria de Putin en Ucrania amplifica los últimos éxitos diplomáticos que han devuelto al antiguo imperio un papel crucial ante el mundo. Su intervención para que el régimen sirio acepte acudir a Ginebra en los próximos meses con el fin de negociar con la oposición una salida a la guerra ha sido decisiva. Rusia, al final, desbloquea una vía política que Europa lleva meses invocando.
El otro acierto —aunque compartido— de Putin se localiza en Irán. La presencia de Moscú en las negociaciones que han frenado la amenaza nuclear en este país eleva también su perfil estratégico en la escena internacional. Un realce similar le proporcionó el cobijo otorgado al exanalista de la agencia estadounidense de seguridad (NSA) Edward Snowden, aunque esto le genere tensiones con Estados Unidos.
Buena parte del juego diplomático entre la UE y sus socios rusos consiste en arreglar las numerosas crisis que periódicamente entorpecen negociaciones vitales para los dos territorios. “Es difícil explicar cómo desde el punto de vista económico estamos cada vez más próximos, pero en política caminamos en distintas direcciones. Tenemos que dialogar más con Rusia, aunque por supuesto dejando claro que las presiones son inaceptables”, explica Knut Fleckenstein, el eurodiputado que preside la comisión parlamentaria de asociación entre la UE y Rusia.
Este socialdemócrata alemán es consciente de que, por encima de todas las rencillas, la única opción que tienen Moscú y Bruselas es solucionar sus problemas. Principalmente por motivos de dependencia energética. Aunque en los últimos años la UE ha logrado reducirla, Rusia sigue siendo el principal suministrador de energía, con un 30% del consumo de gas y petróleo. Algunos países, en general los antiguos del bloque soviético, dependen casi al 100% de la llave rusa del gas y gigantes como Alemania se acercan al 40%.
Si Bruselas no puede perder de vista esos datos, tampoco Putin puede enfadar excesivamente a los vecinos comunitarios, sus principales clientes. La mitad de las exportaciones rusas en 2012 tuvieron como destino la UE. Esos vínculos generan tensiones continuas, con amenazas de interrupciones del suministro por parte de Moscú y procesos antimonopolio en Bruselas que inquietan a la oligarquía rusa. El último frente abierto es el del gigante energético Gazprom, al que investigan las autoridades de Competencia por supuesto abuso de posición dominante en Europa central y del Este. Rusia ve una afrenta en esta operación, al entender que vulnera acuerdos ya firmados entre la rusa Gazprom, que suministra una cuarta parte de las necesidades gasísticas de la UE, con los Estados comunitarios.
Todos esos altercados impiden avanzar en un acuerdo de asociación con Moscú que lleva negociándose desde 2008 para procurar una mayor integración económica entre los dos bloques. Uno de los principales flecos pendientes de sus relaciones es la eliminación de visados para cruzar de un polo a otro de Europa —un concepto que ambos territorios reclaman para sí—.
La Administración de Putin cree que técnicamente está todo ultimado y que solo falta la voluntad política de Bruselas. Y las autoridades comunitarias se lo piensan dos veces antes de conceder libertad de movimientos a unos vecinos de los que recelan y cuyo respeto a los derechos humanos les generan más que dudas. “No son solo elementos técnicos los que están retrasando su puesta en marcha”, matiza el eurodiputado Fleckenstein.
Los dos bloques tendrán oportunidad de limar diferencias en la próxima cumbre bilateral, que se celebrará a finales de enero. Antes de eso, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, acudirá a un almuerzo de trabajo con sus homólogos de los 28 Estados el próximo 16 de diciembre en Bruselas. Queda por ver si el conflicto con Ucrania ha afectado tanto a las relaciones como para imponer un retroceso. En todo caso, la cumbre no será como cualquier otra, admiten fuentes comunitarias.
Europa en crisis y la nueva guerra del gas:
Entre Siria y Ucrania
(RT Actualidad). Una Unión Europea debilitada en su influencia política internacional interpretó un penoso papel en la última Cumbre celebrada en Vilna, Lituania, al intentar avanzar geopolíticamente hacia el este sobre territorio exsoviético.
La actual Europa depende de las decisiones de Washington y está en gran parte limitada por algunos de los obstáculos que le imponen Rusia y China en la agenda internacional.
Esta UE, con una gran crisis económica y social, fracasó en su tentativa por recuperar su influencia en el este del continente, al disputarle al creciente león ruso su joya más preciada: Ucrania.
Todo estaba dispuesto para que Kiev abandonara los siglos de dominio geopolítico ruso y se lanzara hacia un acuerdo comercial y una futura adhesión en la unión occidental.
Pero a último momento el presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, decidió no suscribir el pacto en la cumbre de la UE en Vilna, dejando a los líderes europeos sorprendidos ya que un mes atrás había manifestado su intención de asociarse. Así, Ucrania sigue el camino de Armenia, que ya había rechazado el acuerdo para continuar perteneciendo a la esfera de influencia rusa.
Sin embargo Europa, se anotó dos cartas ganadoras menores al lograr firmar un preacuerdo de asociación que implica convergencia política y libre comercio con Georgia y Moldavia.
De esta manera, en los últimos dos meses Moscú ganó importantes pulseadas políticas: una detener el ataque de la OTAN a Siria y la segunda conservar a Ucrania de su lado y, de esta manera, doblegar a Europa y a los ex estados soviéticos bajo la amenaza de un incremento de precios en el suministro de gas, con el que Rusia cuenta en grandes cantidades.
Diez años después de las Revoluciones de Colores
En noviembre de 2003 comenzaron las Revoluciones de terciopelo o de Colores en Georgia y Ucrania, al cambiar los gobiernos pro rusos de estos dos países por presidentes pro europeos.
Aprovechando el contexto electoral, miles de manifestantes denunciaron fraudes, que en realidad nunca fueron comprobados, obligando a una Rusia aun débil por el cisma de la desintegración soviética a aceptar las condiciones de perder su influencia en el este europeo y en parte del Cáucaso.
Un escenario similar sucedió un año después en Ucrania. Investigaciones posteriores determinaron que ONG occidentales se habían infiltrado en ambos países para imitar el escenario de Serbia en 2000, donde activistas políticos del movimiento Pora, financiados por la USAID de George Soros, difundían propaganda contraria a los gobiernos pro rusos de Georgia y Ucrania.
De esta manera Europa logró consolidar el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan, que provee petróleo del Mar Caspio hacia las industrias europeas, y sentó las bases para construir un gasoducto –Nabucco– que transporta el gas desde Irán e Irak hacia territorio europeo, saltándose a Rusia y evitando así el monopolio del gas impuesto por Moscú.
Pero el plan falló. Rusia utilizó sus recursos para encarecer el gas a los países intermediarios que no estuvieran dentro de su influencia. Por eso, castigó a Ucrania, Georgia, Moldavia y Azerbaiyán, y reforzó su alianza con China, Uzbekistán y Kazajistán mediante el Grupo de Shanghái, que compite militarmente con la OTAN en Asia Central.
Además, pactó con Bruselas el tendido de dos gasoductos: el Nordstream y el Southstream, que saltean a Bielorrusia, Ucrania y Polonia y desembocan directamente en Alemania e Italia, respectivamente. Por todo esto, el proyecto Nabucco murió sin haber nacido.
Un nuevo escenario
Ucrania rechazó suscribir este nuevo acuerdo con Europa por varias razones. Entre las principales se encuentran la desigual competencia con algunos países europeos en la producción agrícola, las posibles represalias energéticas desde Moscú, el elevado costo de adaptación a los estándares y requisitos técnicos europeos, además de una crisis económica profunda que está sufriendo Kiev, por la cual le va a costar invertir para adaptarse a formar parte del club de los Veintisiete.
Yanukóvich pidió en la Cumbre de Vilna 160.000 millones de dólares solo para homologar la legislación ucraniana a la europea, algo que fue rechazado con tono sarcástico por el pseudo socialista presidente francés, François Hollande.
La crisis siria, que abrió la oportunidad -para la UE- de cambiar el Gobierno para abaratar el costo del transporte del gas de Irán e Irak hacia Europa (e incluir a Turquía en el negocio) terminó saliéndole cara a los países que la apoyaron.
Francia y Gran Bretaña principalmente apostaron por un escenario pos Al Assad y así irrumpir en Siria con sus empresas de hidrocarburos en mejores condiciones para las compañías y para Europa.
Como esto no sucedió, la UE intentó de nuevo reflotar el viejo proyecto de anexión del este del continente, lográndolo en parte con Moldavia y Georgia, pero fracasando con Armenia y la perla ucraniana.
Sin embargo, Rusia tira de la cuerda hasta cierto punto, ya que casi la mitad de sus exportaciones está dirigida hacia la UE, y no es prudente para Moscú ahogar económicamente a Europa.
A pesar de las condiciones rusas, a Kiev le conviene formar parte de la futura Unión aduanera con Moscú, Bielorrusia y Kazajistán antes que acercarse a Europa. Pero, el país está dividido en dos partes entre la población de lengua rusa, que vive en el este y el sur, y la que habla ucraniano, que habita en el oeste.
Así como en Moldavia manifestantes salieron a la calle para protestar contra el acuerdo firmado con la UE, en Ucrania sucede al revés y cientos de miles de personas tomaron la plaza principal de Kiev para repudiar el rechazo de Yanukóvich al pacto con Europa. Son horas difíciles, pero por ahora Europa volvió a fracasar en su intento de anexar geopolíticamente a uno de los países de mayor importancia para Moscú.
Lea el libro de Maximiliano Sbarbi Osuna ’Nueva Guerra por los recursos (La lucha por la hegemonía de Europa Oriental y Asia Central)’
Fuente: http://www.eldiariointernacional.com/spip.php?article3778
Luchas de poder en el espacio postsoviético:
pragmatismo ruso frente a valores europeos
La aceleración de la historia —que no revolución, todavía— que vive estos días Ucrania es examinada desde dos ópticas. Una óptica microoscópica, la elegida por la prensa, más humana y menos contextualizada, muy apegada a los sucesos de la calle, la plaza, a la violencia represora y las luchas internas por el poder. Y otra óptica macroscópica, generalizadora y abstracta, la preferida por los expertos, que se centra en analizar los intereses geoestratégicos de los diferentes actores (Rusia, la UE, los estados del Este) y prever el desarrollo de acontecimientos futuros.
Dos banderas, una ucraniana y otra de la UE,
durante las protestas en Kiev (EFE)
Ambas son necesarias, pero dadas mis limitaciones —de todo tipo—, os voy a tratar de simplificar y resumir la segunda (si también estáis interesados en la primera, podéis empezar leyendo este útil y preciso resumen de mi compañera Sara Ríos). No vamos a regocijarnos con el subidón de europeína (mezclado con algo de envidia) que nos entra al ver a las masas de proeuropeístas —con matices— enarbolando la bandera azul con las estrellas por el centro de Kiev. Tampoco lo haremos sobre la paradoja que supone para nosotros, europeos aturdidos, la visión de unos ciudadanos —de los que poco sabemos, seamos sinceros— entusiasmados por entrar a formar parte de un club del que somos casi amargamente socios.
La situación es más o menos la que sigue. Europa habría topado de nuevo, por citar la tesis del último libro de Robert D. Kaplan, del que ya mostramos una reseña hace unos meses, con su “inmutable estructura geográfica”. Ucrania, como Bielorrusia, Georgia y otros estados pertenecientes a loa histórica órbita de influencia rusa son al mismo tiempo frontera de los intereses de la UE. El conflictivo espacio post-soviético es hoy, tras las sucesivas ampliaciones europeas hacia el Este, un territorio en disputa. A un lado, el antiguo propietario de estos territorios, ahora solamente administrador pasivo, la Rusia del inexpugnable Vladimir Putin. Al otro, la diplomacia humanitaria y a menudo deslabazada de la UE.
El primero actúa desde la experiencia del pragmatismo de vieja gran potencia. Usa la fuerza cuando cree que debe usarla; recurre a su supremacía energética cuando considera que sus intereses están en peligro y se vale de su ascendencia entre las élites locales cuando su influencia decae. El segundo apela, como escribe Borja Lasheras, director asociado de la sede en Madrid del ECFR, a la “diplomacia normativa” y confía mucho más en su característico "poder blando" que en la geopolítica pura y dura.
Policías antidisturbios desplegados por orden gubernamental en ‘Euromaidán’. (EFE)
Así pues, de una parte, un actor que quizá abusa de una “mentalidad colonial”, como dice Álvaro Gil Robles, pero que prefiere un juego de suma cero a no quemar todas sus naves; y de otra, una entidad supranacional que tienta con sus bazas democratizadoras de hoy y siempre: bienestar, estabilidad económica y derechos humanos.
Con una Rusia actuando simplemente como Rusia —esto es lo que hay— y con una UE estricta con las palabras pero demasiado blanda con los hechos, Ucrania y el resto de estados de la zona (también las regiones olvidadas, como Transnistria) encaran de forma desigual su futuro. Situados entre dos placas tectónicas —la política de vecindad europea, el denominado Partenariado Oriental, y la lábil unión euroasiática comandada por Moscú— las sociedades civiles locales afrontan varios retos, según los especialistas: convencer a la UE de su apoyo sin fisuras a una futura integración, la reconversión de sus élites políticas, la modernización de sus estructuras administrativas (reducción de las desigualdades, frenar de la corrupción, efectiva separación de poderes), etc.
Por otra parte, la UE debe realizar un significativo viraje diplomático —que debería concretarse en las próximas cumbres internacionales: El fracaso de la cita de Vilna no debe repetirse— que, sin dejar de lado su decisivo apoyo normativo (en pos del ansiado tratado de Asociación y Libre Comercio, en el caso de Ucrania) preste más atención a cuestiones diplomáticas clásicas, de intereses abiertamente enfrentados… ese campo donde los rusos —y este resumen cronológico de las últimas décadas lo demuestra— se mueven con muchísimos menos corsés.
ANÁLISIS ASTROLÓGICO
Dos son los gráficos que manejamos para Ucrania:
El primero de ellos señala el momento de la proclamación de independencia de la antigua Unión Soviética, hecho que tuvo lugar el 24 de Agosto de 1991, tras el fallido intento de golpe de estado contra Mijail Gorbachov, por aquel entonces presidente de la URSS.
El segundo gráfico, menos importante según mi criterio, es el levantado a la hora de cierre de los colegios electorales en el referendum en el cual Ucrania votó su Independencia legal. Ello sucedió el 1 de Diciembre de 1991.
En marzo de 1991 se convocó un referéndum en la Unión Soviética y el 78% de los votantes había optado por el "sí" a la continuidad de la Unión Soviética. Pero con el Tratado de Belovesh se disolvía de facto la Unión Soviética, al separarse Ucrania, Rusia y Bielorrusia.
La reconstrucción económica sería uno de los principales fracasos de Gorbachov: la Perestroika suponía sacar a la economía soviética del caos y el anquilosamiento en el que estaba sumida, introduciendo mayor libertad de empresa y dejando actuar al mercado para corregir los defectos de la planificación. Estas reformas no tuvieron resultados positivos inmediatos, pues desorganizaron aún más el sistema productivo existente y ahondaron el empobrecimiento de la mayor parte de la población. Todo ello creó tensiones sociales, agravadas por los intereses político-económicos que se veían afectados.
Mijaíl Gorbachov en 2007
En el aspecto político, se inició una apertura que debía conducir gradualmente a una democracia pluripartidista. Pero los avances en ese camino, considerados excesivos por la "vieja guardia" comunista, fueron considerados demasiado lentos por la creciente oposición ajena al partido: Gorbachov y su equipo avanzaban despacio por las resistencias existentes dentro del régimen y por el temor a perder el control del proceso. El efecto principal de la apertura fue la eclosión de los sentimientos nacionalistas que cuajaron en movimientos independentistas en las diversas repúblicas que formaban la Unión Soviética.
El 18 de agosto de 1991 se produjo un intento de golpe de Estado militar de tendencia involucionista en manos de un grupo de altos funcionarios del PCUS y del gobierno. Este intento fue detenido por la fuerza del movimiento encabezado por Borís Yeltsin quien, después del fracasado golpe de Estado, tomó la decisión de ilegalizar el PCUS y de decretar la nulidad de la anexión de las repúblicas bálticas. Cada vez más debilitado políticamente, sobre todo a raíz de la acción política del presidente de la Federación Rusa, Mikhail Gorbachov, tuvo que dimitir de su cargo de Secretario General del PCUS y disolver al Comité Central. El 25 de diciembre de 1991 se disolvió oficialmente la Unión Soviética y, como consecuencia de la negativa de los presidentes de las Repúblicas de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) de reconocer los órganos de poder central, optó por dimitir a su cargo de presidente.
En el gráfico domificado para Kiev el 24 de Agosto de 1991, observamos una anómala acumulación de planetas ("Stellium "), que orbitan en las proximidades de la cúspide de la casa VIIIª, así vemos cronológicamente a Júpiter que, en movimiento directo y aplicativo sobre la cúspide señalada, abre el "Stellium". Le siguen inmediatamente Mercurio y Venus, ambos en desplazamiento retrógrado, y este último situado a sólo 00º27' de la conjunción partil con dicha cúspide. Finalmente, cerrando el "Stellium" encontramos la figura Solar, que ya se encuentra transitando los primeros compases del signo siguiente, Virgo. Las posiciones que estos astros ocupan son respectivamente: 25º58 Leo (Júpiter), 26º01' Leo (Mercurio), 28º09' Leo (Venus) y finalmente 00º56 Virgo, el Sol. Comprobamos así que es el planeta Venus, en 28º09' el que con orbe más ajustado (sólo 27 minutos de arco, se encuentra aplicativo sobre dicha Cúspide. Venus en casa VIIIª se encuentra en "exilio domal", siendo como es su domicilio nocturno el signo de Tauro, la casa IIª en el zodíaco en reposo.
Por otro lado está el polo planetario, compuesto por Urano/Luna Negra Lilith y Neptuno, que se encuentran presionando el Ascendente del gráfico que estudiamos.
Finalmente encontramos a Plutón, situado como planeta culminante del gráfico, en casa Xª (17º45' Escorpio), se encuentra dignificado como regente del Medio Cielo (13º06' Escorpio). Mantiene una cuadratura (orbe 04º39') con la Luna en 22º09' Acuario.
El aspecto combinado, "telón de fondo" de todo el periodo crítico que actualmente atravesamos, la Cuadratura Urano - Plutón, que ya se encamina a formar su quinto aspecto partil (90º +/- 00º00'00''), hecho astronómico que sucederá "casualmente" el mismo día en que la macro estructura planetaria disonante en "Gran Cuadratura Cósmica" presenta los orbes más estrechos.
Actualmente, y mientras esta figura planetaria, que como decimos incorpora el quinto aspecto partil de la cuadratura escatónica transitante Urano - Plutón se está componiendo hemos visto como ya se ha "disparado" una inesperada pseudo revolución (Urano) en Ucrania.
En el momento presente Plutón en tránsito directo se encuentra ya en 10º30' Capricornio y ha sobrepasado un orbe de 01º46', la posición del ascendente del gráfico radical de Ucrania (situado en 08º44' Capricornio), activando por conjunción directa la posición radical que ostenta el planeta Urano (10º06' Capricornio) posición que también ha sobrepasado un mínimo orbe de 00º24'.
El otro polo de la cuadratura escatónica Urano - Plutón, que es el transitante planeta Urano, se encuentra en deslazamiento retrógrado en 08º36' Aries, es decir separado sólo 00º08' de la cuadratura partil (90º +/- 00º00'00'') con el Eje de Horizonte (Eje Ascendente - Descendente) del gráfico radical que analizamos. Dicho de otra manera, Urano en tránsito en 08º36' Aries se encuentra en estos instantes en conjunción peri-partil con la posición radical del Nadir Ecliptico (situado en 08º44' Aries) estando a sólo un mínimo orbe de 00º06' del encuentro partil.
Sabemos que el Nadir eclíptico es un punto fuertemente asociado simbolicamente con el Immun Coeli (IC) o cúspide de la casa IVª, una casa muy relacionada con la Luna y los valores que ésta rige:
El Pueblo, las masas, la gente en cualquier situación política, así como el territorio nacional de un país y todo los recursos que éste contiene.
No es de extrañar, por tanto, que la presencia de Urano (el planeta de los extremismos y las revoluciones) transitando en estos precisos momentos en conjunción practicamente exacta con el Nadir eclíptico, esté teniendo las consecuencias de inestabilidad y movimiento de masas que se vienen sucediendo recientemente en Ucrania. Tengamos también en cuenta que el punto opuesto al Nadir Ecliptico, el Cénit ecliptico, es asi mismo un punto asociado con el Medio Cielo, que representa los estamentos del poder de una nación. Vemos que esta zona del gráfico está siendo activada por una oposición prácticamente exacta de Urano transitando desde el Nadir (revolución y revueltas del pueblo que enfrentan y desafían al poder establecido).
No debemos pasar por alto que en realidad ambos puntos (Nadir y Cénit eclipticos) así como la zona del ascendente del grafico radix de Ucrania sujeto a estudio están recibiendo la descarga combinada en tránsito de la cuadratura escatónica Urano - Plutón. Así pues, a lo anteriormente expuesto hay que añadir las cuadraturas de Plutón en tránsito sobre el eje Cénit - Nadir, y el demoledor tránsito combinado de Urano en cuadratura al Ascendente sumado a la conjunción de Plutón sobre esta misma zona sensible del gráfico, donde además tenemos situados originalmente a Urano, a la Luna Negra Lilith (la reina de la mentira y del engaño), y finalmente y conjunto a ésta a Neptuno, algo que nos lleva a sugerir que la mentira o el "manejo" interesado de la situación durante, estos sucesos, puede ser de proporciones enormes, y responder a otros inconfesables intereses relacionados con el manejo y la disputa de influencia en la región, clave para Rusia.
Para más Inri Saturno, que es el regente del gráfico transita a su vez peri-partilmente (orbe = 00º24') sobre Plutón radical, que es a su vez el regente de Medio Cielo, mientras que Neptuno, otro planeta de mucho peso, dado que está conjunto, junto a Urano en el ascendente radical, viene a sugerir desde la cúspide de casa IIª un manejo poco claro de los recursos de todo tipo del país, máxime porque además su posición se opone al "Stellium" de 4 planetas que están situados en la órbita de la cúspide radical de la casa VIIIª.
También nos llama la atención la presencia de Júpiter en tránsito en los grados centrales o "fijos" de Cáncer. Una posición que ha demostrado ser sensible para Rusia y la antigua Unión Soviética, y que recuerda la posición que presentaba en el gráfico del momento de la Caída del Muro de Berlín, que fue el anticipo de la descomposición y posterior derrumbe de la URSS. En ese gráfico Júpiter ascendiendo en 10º38' Cáncer activaba a la histórica triple conjunción Urano - Saturno - Neptuno de 1989.
No sería de extrañar, por tanto, que en pocos meses Rusia pueda vivir momentos de elevada tensión con respecto al incremento de los conflictos dentro de las repúblicas disidentes. Así como en Ucrania se va a incrementar la tensión con respecto a su antigua dependencia de Rusia, tratando de sacudirse su "dominio" de facto, alguna otra exrepública de la antigua URSS, como Georgia o Kirzigisztan puede tener la tentación de seguirla en su aventura, algo que sería apoyado con un peligroso entusiasmo indisimulado por parte de los paises en la órbita de la Unión Europea y del bloque OTAN, una organización militar insaciable en su expansionismo hacia el Este, y que Rusia no va a tolerar de buen grado, viendo amenazada su seguridad al debilitarse su dominio sobre las antiguas ex repúblicas soviéticas que no son sino el filtro de protección de sus propias fronteras carentes en muchos casos de accidentes geográficos importantes en los que establecer una sólida defensa
Ahora en pocos meses más , y de forma practicamente exacta, el 21 de Abril próximo, Júpiter estará retornando sobre su posición radical en el gráfico de Rusia, en zona muy similar a la que ocupaba en el momento de la caída del Muro de Berlín, que anticipó el derrumbe de la antigua URSS, y desde el descendente del radix de Ucránia, va a amplificar, como suele hacer habitualmente, las tensiones subyacentes implícitas en la estructura cardinal en "Gran Cuadratura" que entonces estará plenamente operativa.
La asociación de Ucrania con la Unión Europea no dejaría de ser sino un capítulo más de pérdida para Rusia de un antiguo estado tradicionalmente asociado y dependiente de ésta, un estado que, sin ir más lejos, aun alberga en su territorio la Flota de Submarinos Nucleares heredada por Rusia de la extinta Unión Soviética, situada en la Base Naval de Sebastopol, en la Peninsula de Crimea. Un emplazamiento que como el de Tartus, que mantiene también en Siria, Rusia no puede permitirse perder, y que ahora está siendo puesto en jaque por Occidente.
Ver:
http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/ari109-2008
Imagen de Satélite de la Base Naval Rusa de Tartus en Siria