´Los
españoles son ratas de laboratorio: a ver cuánto castigo toleran sin rebelarse´
La filósofa avisa
«lo importante no es el coche oficial de los políticos,
sino que el Estado gobierne para el mercado»
Susan George, de 78 años, ayer en un hotel de
Valencia. José Aleixandre
PACO CERDÀ VALENCIA.
Decir de Susan George que es una activista y pensadora es empequeñecer la
figura de esta combativa estadounidense de 78 años afincada en Paris. Ejerce
como presidenta de honor de ATTAC, la Asociación para la Tasación de las
Transacciones Financieras y la Ayuda a la Ciudadanía. Y su ensayo El Informe
Lugano, en el que imagina un terrorífico escenario ecológico, económico,
laboral y social hacia el que abocaba el capitalismo del siglo XXI constituye
una biblia para los movimientos sociales y el anticapitalismo. Anteanoche,
George inauguró en Valencia el IV Máster en Derechos Humanos, Democracia y
Justicia Internacional de la UV. Aquí comienza con una alerta: «La democracia
está en peligro» ante «el ataque de «la clase de Davos: una clase transnacional
desvinculada de la suerte del resto de la sociedad y compuesta por las altas
finanzas, las empresas transnacionales y algunos gobiernos que consideran que
la democracia es demasiado lenta».
Usted denuncia el «austericidio» de Europa.
Es que la actual política de austeridad, en particular en Grecia y España, es
inaceptable. Es inaceptable que la mitad de jóvenes españoles no tenga trabajo.
¿Para quién se gobierna? Porque ésa es la gran cuestión en democracia. Las
constituciones de Estados Unidos, Francia —y me imagino que también la de
España— subrayan que el pueblo es soberano. Pero con este principio de
austeridad aprobado por Europa, ¿se gobierna para la gente o para los mercados
financieros?
Cree entonces que el pueblo ya no es soberano…
El pueblo está deviniendo cada vez menos soberano. Y con el Tratado de
Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la UE se está robando no sólo el
poder a los ciudadanos, sino también a los representantes de los ciudadanos.
Por tanto, ni tenemos democracia directa, ni democracia representativa.
Pero apenas reaccionamos…
Está el frente de los indignados y algunos huelguistas. Pero la última huelga
en España no ha tenido éxito. Y pienso que es porque la gente tiene miedo de
perder su trabajo. Yo comprendo ese miedo, porque el miedo es la disciplina de
una sociedad capitalista, que usa el miedo individual para disciplinar y calmar
la población con el objetivo de que acepte lo que le digan. De hecho, creo que
los griegos y los españoles son como ratas de laboratorio para ver qué nivel de
castigo y sufrimiento puede ser aceptado por esta sociedad sin que la gente se
rebele. Eso puede alentar al fascismo.
¿Considera que la extrema derecha saldrá reforzada?
Es el paradigma clásico que ya vimos en los años 20 y 30: el poder de la
extrema derecha. Pienso que es normal. ¿Hacia dónde se volverán las personas
sin formación? Mirarán al vecino, al inmigrante que tienen al lado…
Desgraciadamente, es una reacción que ya hemos visto y para la que hemos de
estar preparados.
Con la crisis, la población española ha redoblado sus críticas contra los
sueldos y privilegios de los políticos. ¿Eso es desviar la atención de lo
importante?
¡Pero si son los banqueros a los que deberían criticar! La actual crisis es la
continuación de lo que ocurrió en 2007 y 2008 por culpa de los banqueros y, en
España, de la burbuja inmobiliaria, que al final también era culpa de los
bancos por dar préstamos imprudentes y alimentar esta burbuja. Sin embargo,
cuando estalló la burbuja, fue el Estado el que asumió la deuda privada. La
deuda pública de España era muy moderada cuando estalló la crisis. Sin déficit
y con el 50 % de deuda pública, cuando se permitía tener hasta el 60 %.
¡Estabais perfectos, mejor que Alemania! Pero el Estado cargó con la deuda de
los bancos. Y ha gastado muchísimo dinero para capitalizar y salvar los mismos
bancos que habían causado el problema. Por eso la deuda pública aumentó muy
rápidamente. Es una respuesta muy larga a la pregunta, pero no es el coche
oficial de los políticos lo importante, sino que el Estado gobierna para los
mercados financieros y no para el pueblo. Se ha castigado a los inocentes y los
culpables han sido recompensados.
¿Y, ante ello, qué pueden hacer los ciudadanos españoles?
Unirse. Unirse los estudiantes, los parados, los jubilados, los trabajadores,
los sindicalistas, los agricultores… Todo el mundo ha de unirse contra esta
realidad. Porque la clase de Davos, que es la que gobierna por ellos, está muy
unida.
En Pakistán, una niña que quería estudiar ha sido víctima de un atentado que
casi le arranca la vida. ¿El mundo está loco?
No, el mundo no está loco. El mundo musulmán de los talibanes es sexista,
machista y tiene un miedo terrible a la mujer, a la sexualidad de la mujer y al
poder de la mujer. Y cuando ellos tienen el poder, lo utilizan para oprimir a
las mujeres. Puede llamársele locura, pero responde al interés de los hombres
por coartar la sexualidad femenina.
Si Karl Marx resucitara y viera esta Europa, ¿qué pensaría?
Él pensaría que la guerra de clases está acabando y que los ricos la están
ganando. De eso trata mi próximo libro, que publicará Planeta en España en
febrero y que se titulará El Informe Lugano 2. Cómo ganar la guerra de clases.
El subtítulo procede de una frase de Warren Buffet, la tercera fortuna del
mundo, que escribió: «Hay una guerra de clases, pero es mi clase, la de los
ricos, la que está haciendo la guerra, y la estamos ganando».
Es cierto.
¡Claro! Y por eso hay que unirse y no dejarse perder. Porque en juego está la
democracia y todo lo que hemos hecho desde el siglo XVIII. Todo aquello que los
europeos hemos hecho desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Todo lo que los
españoles han hecho desde el final del franquismo.
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