La historia del gobierno de los EE.UU. sobre la muerte de Bin Laden fue tan mal
elaborada en principio que no duró 48 horas antes de que sea fundamentalmente
alterada. De hecho, la nueva historia que salió a relucir el martes (3 de mayo)
por Jay Carney, el Secretario de Prensa de la Casa Blanca, tuvo poca semejanza
con la historia original del domingo (1ro de mayo) por la noche. La lucha feroz
no ocurrió. Osama Bin Laden no se ocultó detrás de una mujer. De hecho, Bin
Laden, dijo Carney, “no estaba armado”.
La historia del feroz combate fue inmediatamente sospechosa desde que ningún
Navy Seals (un comando de operaciones especiales) sufrió un rasguño, a pesar de
estar peleando contra Al-Qaeda, descrito por el ex jefe del Pentágono Donald
Rumsfeld como “los asesinos más peligrosos, bien entrenados, y más despiadados
sobre la faz de la tierra.
Se ha cambiado cada detalle de la historia original. No era la esposa de bien
Laden quien fue asesinada por los Navy Seals, era solo la esposa de un
ayudante. No fue Khalid el hijo de Bin Laden asesinado por los Navy Seals, sino
su hijo Hamza.
Carney culpó del cambio de la historia a “la niebla de la guerra”. Pero si no
hubo lucha, ¿de dónde vino la “niebla de la guerra”?
La Casa Blanca también ha tenido
que abandonar la historia de que el presidente Obama y su equipo de seguridad
nacional observaron, tensamente, como se desarrollaban los acontecimientos en
tiempo real (a pesar de que la Casa Blanca publicó las fotos del equipo
observando tensamente), con la operación transmitida a la Casa Blanca por las
cámaras en los cascos de los Navy Seals. Si Obama estaba observando los
acontecimientos mientras sucedían, él habría notado, uno espera, que no hubo
combate y, así, no hubiera dicho en público que Bin Laden fue muerto en
combate. Otra razón del por qué la historia tuvo que ser abandonada es que si
el acontecimiento fue captado en vídeo, los servicios de noticias en el mundo
estarían pidiendo el vídeo, pero si el acontecimiento fue un teatro orquestado
entonces no habría vídeo.
Tampoco se ha proporcionado ninguna explicación del porqué un desarmado Bin
Laden, ante la ausencia de un combate, fue asesinado por un Navy Seal de un
tiro en la cabeza. Para quienes creen en la historia del gobierno de que
“agarramos a bien Laden”, la operación solo puede aparecer como la más
remendada de la historia. ¿Qué clase de incompetencia se requiere para que,
insensiblemente e innecesariamente, se matara al rehén más valioso de la
inteligencia en el planeta?
Según el gobierno de los EE.UU., los movimientos terroristas del mundo operaban
a través de Bin Laden, “el genio”. Si fuera así, gracias a un estúpido Navy
Seals que se apresuro en disparar, una bala destruyó al terrorista informador
más valioso sobre el planeta. Quizás el Navy Seal pensó que él podía poner una
marca en su arma y jactarse para el resto de su vida de ser el macho que mató a
Osama Bin Laden, el hombre más peligroso del planeta, que fue más listo que los
EE.UU. y sus aliados europeos e israelíes al infligir una humillación a la
“única superpotencia del mundo” el 9/11.
Cuando una historia fundamental como el fallecimiento de bien Laden no puede
durar 48 horas sin reconocer “discrepancias” que requieren alteraciones
fundamentales a la historia, hay argumentos para la sospecha, además de las
sospechas que se presentan ante la ausencia de un cadáver, de la ausencia de
cualquier prueba de que mataron a Bin Laden en la incursión o incluso de que la
incursión ocurrió. El episodio entero pudo ser otro acontecimiento como el de
Golfo de Tonkín del 4 de agosto de 1964, que nunca sucedió pero tuvo éxito en
poner en marcha la guerra abierta contra Vietnam del Norte a un coste enorme
para los norteamericanos y vietnamitas, y enormes beneficios al complejo
militar/de seguridad.
No hay duda de que los EE.UU. es lo suficientemente incompetente por haber
matado innecesariamente a Bin Laden en vez de capturarlo. Pero ¿quién puede
creer que los EE.UU. dispondría rápidamente de las pruebas de que habían
terminado con Bin Laden?
La historia oficial de que el gobierno tiró al océano
la prueba de su éxito no es verosímil, pero tiene algunas fotos que pueden ser
publicadas, algún día.
Como un lector escribió en un correo electrónico que me envío: “Lo que es
realmente alarmante es la cada vez más creciente arrogancia de estas mentiras,
como si el gobierno estuviera profundamente confiado en su capacidad de engañar
a la gente al punto que, incluso, no hacen virtualmente ningún esfuerzo para
parecer creíbles”.
Los gobiernos han sabido desde el principio de los tempos que siempre pueden
engañar a sus ciudadanos y súbditos por jugar la baraja del patriotismo. “Recuerde
el Maine”, el “Golfo de Tonkín”, las “armas de destrucción masiva”, “el
incendio del Reichstag” —los acontecimientos fabricados y las pruebas falsas
son infinitas. Si los norteamericanos conocieran algo historia, no serían tan
crédulos.
Qué hay detrás del espectáculo
Sin embargo, la verdadera pregunta antes nosotros es: ¿Qué agenda o agendas
están diseñadas para el futuro tras la “muerte de bien Laden”?
Hay muchas respuestas a esta pregunta. Muchos han notado que Obama está
enfrentando una reelección con grados de aprobación bajos. ¿Es para cualquiera
una sorpresa que los resultados de una encuesta del New York Times /CBS
encuentre una alza fuerte en el apoyo a Obama tras la incursión en la casa de
bien Laden?
Como The New York Times lo reportó,
“el resplandor del orgullo nacional” aupó “a la política partidaria, mientras
que el apoyo al presidente subió perceptiblemente entre los republicanos e
independientes. En total, el 57 por ciento dijo ahora que aprobaba el trabajo
del presidente, cuando anteriormente el apoyo solo era el 46 por ciento”.
En el pensar de Washington, un alza en el grado de aprobación justifica un
acontecimiento fabricado.
Otra posibilidad es que Obama sabe que el déficit presupuestario y el rescate
del dólar de un hundimiento, requieren el final de la costosa guerra afgana y
de la guerra de ocupación y despilfarro en Paquistán. Como el propósito de la
guerra era tener a Bin Laden, el éxito en este objetivo permite que los EE.UU.
se retire sin enfrentar una derrota, permitiendo así reducir el déficit
presupuestario de los EE.UU. por varios cientos de mil millones dólares
anualmente —lo cual es una manera fácil de lograr un recorte de gastos
importante.
Si ésta es la agenda, entonces más poder para él. Sin embargo, si ésta es la
agenda de Obama, el complejo militar/de seguridad se ha movido rápidamente
contra él. León Panetta, el director de la CIA, abrió la puerta de los ataques
falsos para mantener la guerra al declarar que Al-Qaeda se vengaría de la
muerte de Bin Laden. La Secretaria de Estado Clinton declaró que el éxito en
matar a bien Laden justifica más guerra y más éxito. La Seguridad Nacional
declaró que la muerte de Bin Laden motivaría a “extremistas violentos de
cosecha propia” (dentro de los EE.UU.) en la fabricación de atentados
terroristas. Los “extremistas violentos de cosecha propia” es un término
indefinido, pero en este espectro creado recientemente parece incluir a los
ecologistas y a manifestantes contra la guerra. Como “sospechoso”, el término
incluirá a cualquier persona que el gobierno quiera capturar.
Diversas partes del gobierno han tomado rápidamente el éxito en asesinar a Bin
Laden para defender y avanzar sus propias agendas, tales como la tortura. A los
norteamericanos se les ha dicho que Bin Laden fue encontrado como resultado de
la información obtenida de los detenidos torturados y retenidos hace años en
las prisiones secretas de la CIA en Europa del Este.
Esta lista de posibles agendas está lejos de ser completada, pero para quienes
son capaces del escepticismo y del pensamiento independiente, esto puede servir
como punto de partida. Las agendas detrás del teatro se revelarán con el paso
del tiempo. Todo lo que usted tiene que hacer es prestar atención y saber que
la mayor parte de lo qué usted oye de los medios masivos de comunicación están
diseñados para avanzar esas agendas.
Paul Craig Roberts fue un Asistente al Secretario del Tesoro de EE.UU. y ex
editor asociado del Wall Street Journal. Su libro más reciente es “The Tyranny
of Good Intentions”, escrito con Lawrence Stratton, que trata de cómo los
estadounidenses han perdido la protección de la ley.
Texto original: http://www.lewrockwell.com/roberts/roberts304.html
Traducción: Alexandr Mondragón
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