Cuadernos de Urania

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jueves, 28 de octubre de 2010

Cosmología Oculta





Apoyándonos en el estudio de las proporciones del cuerpo humano que publicara Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim, en su obra clásica "De Occulta Philosophia" editada por primera vez en 1531, hemos creado una serie simbólica de imágenes cosmológicas, a la manera del "Mutus Liber".

















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Mandala Astrológico











                 La Estructura (celeste) Espacial Duodenaria
                 y los Doce Modelos (terrestres) del Hombre Zodiacal


                Según el Libro Mudo de la Naturaleza









             


                    
                                                                                                                     Copyright © Ernesto G. Bermejo









                    
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lunes, 18 de octubre de 2010

La Harmonía de las Esferas: The Pitágoras a Kepler

 






















PITAGORAS


(Pitágoras merece mucho más espacio y dedicación del que le ofrezco a continuación. Esto es sólo un breve esquema a vuelapluma de algunas ideas y concepciones de su filosofía que me parecen atractivas; en un futuro volveré a él con mayor profundidad y analizaré, dentro de mis posibilidades, su pensamiento filosófico)







Todos sabemos algo de Pitágoras: la mayoría de nosotros lo reconoce por su famoso teorema, que nos hacían aprender en clase de primaria como método para mejorar (o iniciar, y en algunos casos, para aborrecer) nuestras matemáticas. Pitágoras no forma parte de los milesios, como Tales o Anaximadro, sino que vivió en Italia gran parte de su vida; tras la destrucción de Mileto, Italia fue la cuna de grandes pensadores, de casi todos los presocráticos posteriores a los milesios, de hecho. Pitágoras vivió en el siglo VI antes de Cristo.







Una visión de la filosofía de Pitágoras comienza y acaba en los números: "los números son la medida de todas las cosas", decía él. El orden cósmico, es decir, la totalidad, estaba basado en ciertas relaciones numéricas. A algunos números les atribuían un significado especial, una particular relevancia dentro de esas relaciones. Por ejemplo, el tetrakto, el número 10: era llamado el número divino, porque consistía en la suma de los cuatro primeros enteros (1+2+3+4). El 4 era símbolo de justicia, y el 6 y 28, iguales a la suma de sus divisores (6=1+2+3, por ejemplo), eran considerados números "perfectos".







Esto puede parecer pura charlatanería numerológica (aunque sea charlatanería de hace 2.500 años y vislumbrada por uno de los genios más importantes de la antigüedad), pero tuvo un gran apoyo gracias a su relación con la música; en efecto, el propio Pitágoras halló que la música está basada en los números. En síntesis, descubrió que las longitudes de las cuerdas que producen tonos armónicos guardan entre ellas razones numéricas simples: la octava, por ejemplo, corresponde a la razón 2:1 (que quiere decir que una nota aguda da dos vibraciones en el tiempo en que una grave da una sola).







Lo que Pitágoras y, posteriormente sus seguidores, los pitagóricos, hicieron fue crear, edificar toda una cosmología basada en los números y en la música. Idearon que el Cosmos estaba compuesto de nueve capas o esferas cada una de las cuales correspondía a un astro (Tierra, Luna, Sol, los cinco planetas hasta entonces conocidos y la esfera de las estrellas fijas), más otra esfera añadida, la "anti-Tierra", necesaria para cuadrar las cuentas y dar sentido al 'tetrakto', aunque esta esfera era puramente inventada. Además, cada una de las esferas emitía su propia música, su particular tonalidad (de ahí parte la idea de la "música de las esferas"), a medida que giraban alrededor de la Tierra.







Es un hecho a destacar que, pese a todas las carencias y los errores conceptuales que tienen las ideas pitagóricas, al menos guardan una singular conexión con el saber en nuestro tiempo: y es que Pitágoras y sus seguidores creían que el mundo físico era una manifestación del orden matemático que subyace en él; los números juegan un papel en el Cosmos, un papel quizá fundamental. Hoy en día, la moderna física matemática opina lo mismo. Debe haber, en efecto, al menos algún tipo de orden racional, describible en números, en la urdimbre del espacio para que nuestras teorías físicas, en ese mismo plano físico, funcionen tan bien







Así pues, Pitágoras abrió el camino a una interpretación, al alimón, tanto racional como mística (entendiendo aquí por místico una relación inefable y compleja de ciertos números con la realidad de nuestro mundo) del Cosmos. Cierto que su concepción de esferas y la música adherida a ellas no responde a lo que sabemos hoy sobre los movimientos planetarios y su propia existencia (por ejemplo, hay muchos más astros en el sistema solar de lo que él creía, y por tanto el 'tetrakto' no se puede aplicar en absoluto), pero parece ser que algún poso residual permanece en nuestra visión moderna del mundo, más allá de esferas y notas armónicas: nos sentimos atraídos por esa idea, esa conexión espacio-musical del universo, hay algo en ello que nos agrada (personalmente, el viaje final en la película '2001, una odisea en el espacio' me recuerda vagamente a Pitágoras... no sé si porque estoy saturado de filosofía, o porque intuyo que algo debía saber la pareja Kubrick-Clarke al respecto).





Quien sabe si Pitágoras, que floreció en Italia hacia el 523 antes de Cristo, intuyó tal vez más acerca del Cosmos de lo que estamos hoy dispuestos a aceptar.















JOHANNES KEPLER



Kepler nació en el seno de una familia de religión protestante luterana, instalada en la ciudad de Weil der Stadt en Alemania (Baden-Wurtemberg). Su abuelo había sido el alcalde de la ciudad, pero cuando nació Kepler, la familia se encontraba en decadencia. Su padre, Heinrich Kepler, era mercenario en el ejército del Duque de Württemberg y, siempre en campaña, raramente estaba presente en su domicilio. Su madre, Catherine, que llevaba una casa de huéspedes, era una curandera y herbalista, que más tarde será acusada de brujería. Kepler, nacido prematuramente a los siete meses de embarazo e hipocondríaco de naturaleza endeble, sufrió toda su vida una salud frágil. A la edad de tres años, contrae la viruela, lo que, entre otras secuelas, debilitará su vista severamente. A pesar de su salud, fue un niño brillante que gustaba impresionar a los viajeros en el hospedaje de su madre con sus fenomenales facultades matemáticas.





Heinrich Kepler tuvo además otros dos hijos menores: Margarette, con la que Kepler se sentía muy próximo, y Christopher, que le fue siempre antipático. Del 1574 al 1576, vivió con su Heinrich - un epiléptico - en casa de sus abuelos mientras que su padre estaba en una campaña y su madre se había ido en su búsqueda.


Al regresar sus padres, Képler se traslada a Leonberg y entra en la escuela latina en 1577. Sus padres le hacen despertar el interés por la astronomía. Con cinco años, observó el cometa de 1577, comentando que su madre lo llevó a un lugar alto para verlo. Su padre le muestra a la edad de nueve años el eclipse de luna del 31 de enero de 1580, recordando que la Luna aparecía bastante roja. Kepler estudiará más tarde el fenómeno y lo explicará en una de sus obras de óptica. Su padre parte de nuevo para la guerra en 1589, desapareciendo para siempre.


Kepler termina su primer ciclo de tres años en 1583, retardado debido a su empleo como jornalero agrícola, entre nueve y once años. En 1584, entra en el Seminario protestante de Adelberg y dos años más tarde, al Seminario superior de Maulbronn.


Obtiene allí su diploma de fin de estudios y entra en 1589 en la universidad de Tubinga. Allí, comienza primeramente por estudiar la ética, la dialéctica, la retórica, griego, el hebreo, la astronomía y la física, y luego más tarde la teología y las ciencias humanas. Continúa allí con sus estudios después de obtener una maestría en 1591. Su profesor de matemáticas, el astrónomo Michael Maestlin, le enseñó el sistema heliocéntrico de Copérnico que se reservaba a los mejores estudiantes. Los otros estudiantes tomaban como cierto el sistema geocéntrico de Ptolomeo, que afirmaba que la Tierra estaba inmóvil y ocupaba el centro del Universo, y que el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas, giraban a su alrededor. Kepler se hizo así un copernicano convencido y mantuvo una relación muy estrecha con su profesor; no vaciló en pedirle ayuda o consejo para sus trabajos.





Mientras que Kepler planeaba hacerse ministro luterano, la escuela protestante de Graz busca a un profesor de matemáticas. Abandona entonces sus estudios en teología para tomar el puesto y deja Tubinga en 1594. En Graz, publica almanaques con predicciones astrológicas - que los realizaba - aunque el negaba algunos de sus preceptos. En la época, la distinción entre ciencia y creencia no estaba establecida todavía claramente y el movimiento de los astros, todavía bastante desconocido, estaba gobernado por leyes divinas.


Kepler estuvo casado dos veces. El primer matrimonio, de conveniencia, el 27 de abril de 1597 con Barbara Müller. En el año 1600, fue obligado a abandonar Austria cuando el archiduque Francisco Fernando promulgó un edicto contra los protestantes. En octubre de ese mismo año se trasladó a Praga, donde fue invitado por Tycho Brahe, quien había leído algunos trabajos de Kepler. Al año siguiente, Tycho Brahe falleció y Kepler lo sustituyó en el cargo de matemático imperial de Rodolfo II y trabajó frecuentemente como consejero astrológico.





En 1612 falleció su esposa Barbara Müller, al igual que dos de los cinco niños de edades de apenas uno y dos meses - que habían tenido juntos. Este matrimonio, organizado por sus allegados, lo unió a una mujer "grasa y simple de espíritu", con carácter execrable. Otro de sus hijos murió a la edad de siete años. Sólo su hija Susanne y su hijo Ludwig sobrevivirán. Al año siguiente, en Linz, se casó con Susanne Reuttinger con la que tuvo siete niños entre los que tres fallecerán muy temprano. Un matrimonio, esta vez, feliz.





En 1615, su madre, entonces a la edad de 68 años, es acusada de brujería. Kepler, persuadido de su inocencia, va a pasar seis años asegurando su defensa ante los tribunales y escribiendo numerosos alegatos. Debió, dos veces, regresar en Wurtemberg. Ella pasó un año encerrada en la torre de Güglingen a expensas de Kepler habiendo escapado por poco de la tortura. Finalmente, fue liberada el 28 de septiembre de 1621. Debilitada por los duros años de proceso y de encarcelamiento, muere seis meses más tarde.





Kepler muere en 1630 en Ratisbona, en Baviera, Alemania, a la edad de 59 años.





En 1632, durante la Guerra de los Treinta Años, el ejército sueco destruyó su tumba y se perdieron sus trabajos hasta el año 1773. Recuperados por Catalina II de Rusia, se encuentran actualmente en el Observatorio de Pulkovo en San Petersburgo, Rusia.










CARTA NATAL DE JOHANNES KEPLER





Esta es la carta natal de Johannes Kepler, astrónomo alemán.
Fuente: Bio/autobiografía


Johannes Kepler nació el 27 de Diciembre de 1571 a las 14:37:00 en Weil der Stadt (Baden-Württemberg), Alemania
6 de Enero de 1572 en el actual calendario gregoriano.


Latitud: 48°45′00″N

Longitud: 08°52′00″E



Zona Horaria: UT +00:35:28 (LMT)

Fecha UT: 06/01/1572 greg

Hora UT: 14:01:32



Sistema geocentrico

Casas: Placidus













Signo Solar: Capricornio

Signo Lunar: Géminis

Ascendente: Géminis




















                                                                                  

Kepler examinó el Harmonices Mundi (La Armonía del Mundo, 1619) su obra más importante. El texto relata sus conclusiones sobre el concepto de congruencia con respecto a diversas categorías del dominio físico: regularidades en la geometría tridimensional, las relaciones entre las diferentes especies de magnitud, los principios de la consonancia en la música, y la organización del Sistema Solar.















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lunes, 11 de octubre de 2010

3 de Abril 2011

 





El ingreso/retorno de Neptuno en Piscis tras 165 años de espera, hecho que se producirá el día 4 de Abrll de 2011 a las 04:19 GMT, viene precedido  ("anunciado") por contactos significativos astronómica y astrologicamente, como casi siempre constatamos que sucede antes o durante un hecho astrológico Mayor,  como en ese momento será el ingreso del gigante gaseoso Neptuno en su domicilio del último signo del zodíaco en reposo, .


Saturno estará en oposición al Sol en 13º 56' de Aries a las 23:56 GMT del día anterior,  es decir 4 horas y 21minutos antes,  y sólo  unas pocas horas después de la Luna Nueva que se produce en 13º 30' de Aries  y opuesta a Saturno el mismo día a las 14:32 GMT: Este será el mejor momento para observar el planeta de los anillos ya que se encuentra visible toda la noche.






















La desaparición temporal del sistema de anillos de Saturno (la última ocasión fue en Septiembre de 2009), permite “destapar” durante un tiempo al planeta y a sus numerosas lunas, cuyas superficies están, en parte, tapadas la mayoría del tiempo.
























































La ocultación de los anillos es un buen momento, para observar la superficie de Saturno y su atmósfera, en donde suceden fenómenos parecidos a los que se producen en otros planetas como Júpiter. Hay manchas en la superficie de Saturno que se corresponden con tormentas, y esos fenómenos se pueden estudiar muy bien en estos momentos en que los anillos apenas son visibles.






Las “orejas raras” de Saturno


Varios escritos evidencian que uno de los grandes descubrimientos del propio Galileo Galilei con su telescopio fue comprobar que Saturno tenía como “unos apéndices raros” a modo de “orejas”.


Accidentalmente el mismo Galileo Galilei comprobó en 1612 con su telescopio cómo desaparecían las “orejas raras” que tenía Saturno de lado a lado, como él decía, y de las que no tenía ni idea qué podían ser, de acuerdo a los textos documentados. Galileo nunca supo la explicación de ese fenómeno y se desinteresó cuando dejó de ver esos apéndices.


La falta de visibilidad de los anillos se produce por “un cruce del plano” a medida que Saturno gira alrededor del Sol, lo que provoca que se vayan colocando de canto a la Tierra. En Septiembre de 2009 tuvo lugar la última ocultación total de los anillos de Saturno. Sería interesante comprobar este ciclo en cuanto al funcionamiento astrológico del planeta. A priori simbolicamente se nos ocurre pensar si la real, desde el punto de vista de la observación geocéntrica, aunque aparente ocultación de  los anillos del planeta no matizará su funcionamiento astrológico en el sentido de hacerlo menos "cerrado", "rígido" y "represor", mientras la fase de máxima visibilidad de los mismos debería realzar las condiciones simbólicas tradicionales de Saturno, una hipótesis que queda pendiente de su comprobación.

































Este espectacular sonido procedente de Saturno fue captado por los instrumentos de la Sonda Cassini en noviembre de 2003. Desde entonces ha servido de inspiración a científicos y músicos, pero hasta ahora no había sido montado sobre un vídeo, también de la Cassini, de Saturno en movimiento. El resultado es este impactante y sobrecogedor documento audiovisual, a medio camino entre la Ciencia y el arte.


Saturno, igual que el resto de los planetas del Sistema Solar, emite potentes ondas de radio, relacionadas en su mayoría con las auroras que se producen en los polos del planeta. La sonda Cassini, que llegó a Saturno en 2004 tras recorrer más de 1.200 millones de km, empezó a detectar (gracias a su instrumento RPWS, Radio and Plasma Wave Science), sus emisiones de radio en abril de 2002, cuando aún se encontraba a unos 400 millones de km del planeta anillado.


Y en noviembre de 2003, a punto ya de llegar a su destino, la nave consiguió grabar por primera vez esas emisiones en alta resolución. Emisiones que, como puede apreciarse, muestran una extraordinaria variedad de frecuencias y variaciones. Y que además se parecen mucho a las que emiten las auroras boreales de nuestro propio planeta, la Tierra.


Para poder ser escuchadas, ya que las frecuencias captadas por la Cassini se encuentran muy por debajo de la capacidad auditiva del ser humano, los científicos han comprimido los 27 minutos originales de grabación en apenas 73 segundos. Es decir, 22 veces más rápido que en el original.


Las grabaciones inspiraron, entre otros, al músico Terry Riley a componer una «suite» de música espacial para el Cuarteto Kronos llamada «Sun Rings», en la que los sonidos captados por las más variadas misiones interplanetarias se combinan con música y con imágenes y vídeos del Sistema Solar. Se pueden escuchar algunos fragmentos siguiendo este enlace.


Otro ejemplo es la pieza de diez minutos de duración llamada «Anillos», compuesta por el profesor de música de la Universidad de Cornell Roberto Sierra para la convención de 2008 de la División de Ciencias Planetarias de la Sociedad Astronómica Americana.


Sin embargo, nada tan directo y sobrecogedor como el vídeo que acompaña estas líneas, en el que tanto el sonido (comprimido) como las imágenes son completamente reales. El documento ha sido publicado por Jennifer Oulette en Discovery News.



















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sábado, 9 de octubre de 2010

11-S: Extrañas explosiones en WTC

 
 
 












 
 
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martes, 5 de octubre de 2010

Neptuno en Piscis: 1847 - 2011

Neptuno en Piscis: 1847 - 2011
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El Extraño Descubrimiento de Neptuno

Siguiendo con los artículos dedicados al planeta Neptuno, y ante su próxima entrada en Piscis presentamos ahora un magnifico escrito, publicado originalmente en 1996 por el  gran astrólogo, geólogo y filósofo madrileño José Luis San Miguel de Pablos.










EL EXTRAÑO DESCUBRIMIENTO DE NEPTUNO
José Luis San Miguel de Pablos






El 23 de septiembre de 1996 se cumplió el 150º aniversario del descubrimiento de Neptuno, y estamos aun a tiempo de recordar las muy especiales circunstancias que rodearon el hallazgo del octavo planeta.





















Hagamos un breve repaso comparativo de la historia de los descubrimientos de los otros dos transaturnia­nos: Urano fue localizado por Herschel en 1781 sin que el astrónomo inglés lo estuviese buscando; es decir, por pura casualidad. En cuanto a Plutón, sí que se buscaba -y además con ahinco- el "planeta transneptuniano". Pero dada la masa muy reducida de Plutón, resulta que no podía en modo alguno causar las desviaciones observadas de Urano y Neptuno, de modo que Tombaugh descubrió al pequeño Plutón, al parecer también "por pura casualidad"..., ¡a pesar a estar buscándolo!


¿Y qué pasó con Neptuno? En este aniversario han sido recordados numerosos datos más bien anecdóticos [1] cuyo carácter revelador de la naturaleza del arquetipo focalizado por el último planeta gigante salta a la vista para cualquiera que posea unos mínimos conocimientos de astrología o simplemente una pizca de sensibilidad simbólica. Los despliegues de sentido que surgen a partir de sucesos de carácter sincronístico siempre son de lo más sorprendente, y en este caso tienen que ver, de entrada, con las personalidades de los dos científicos que protagonizaron el descubrimiento: el francés Urbain Le Verrier y el británico John Couch Adams, cuyos retratos -en la época en que codescubrieron el planeta- tengo el gusto de presentarles.






















Disponemos de las coordenadas de nacimiento del descubridor oficial de Neptuno, Le Verrier, que son además bastante fiables ya que proceden del registro civil: Saint-Lô (Canal de la Mancha), 11 de marzo de 1811, 10 A/M (hora local) [2]. Por el contrario, tan sólo he podido conseguir la fecha y el lugar de nacimiento de J.C. Adams, pero no la hora: Laneast (Lounceston), Cornwall, 5 de junio de 1819 [3]. Centrémonos primeramente en el mapa de Le Verrier: de entrada, vemos a Neptuno angular en el Descendente, y "asociado" por tanto a la persona del científico. Se trata, como vemos, de un Neptuno en cuadratura con un Plutón presente en el zénit eclíptico (e. d., en cuadratura al horizonte) y conjunto al Sol en el neptuniano signo de Piscis. El segundo planeta que, hallándose asimismo angular, encuadra el Dsc., es el materializador Saturno que, al igual que Neptuno, se encuentra en Sagitario, el signo zodiacal que abre las inmensas distancias... Enseguida veremos cuál es el significado exacto, literal incluso, del "matrimonio" de estos dos planetas exteriores, con el científico galo.


Le Verrier, un hombre cuya pasión principal (aunque no única) era su ilimitada curiosidad por los objetos celestes, tenía -como es lógico- el Asc. en Géminis, y el planeta regente de dicho signo, Mercurio (presente en casa 10, y en angularidad de MC) en 26º 24'del futurista y cósmico signo de Acuario. Pues bien, los planetas Neptuno y Saturno se encontraban en conjunción estrecha sobre tal posición natal de Mercurio -exactamente en 25º 05' (Saturno) y en 25º 52' (Neptuno) de Acuario- en el instante de produ­cirse el definitivo descubrimiento visual de Neptuno. Cosa que ocurrió en el observatorio de Berlín, el 23 de septiem­bre de 1846, a las 21 h. 49 m. GMT ("a las 22 h 52 m de tiempo sideral" [4]). ¡De manera que los dos planetas lentos "asociados astrológicamente a Le Verrier" (puesto que ocupaban su Dsc) se reunieron entonces justamente sobre el profesional y vocacional Mercurio (regente de Asc y de casa 5) de Le Verrier, presente en su MC! Sobre un Mercurio en Acuario, que marcaba al sabio descubridor de la manera más explícita quese puede imaginar... Y si uno de tales planetas len­tos era el propio Neptuno, el otro era el factor objetivador por excelencia: Saturno. (Lo menos que se puede decir es que estamos "ante un caso de libro"..., devant un cas de figure!). Volveré enseguida sobre la configuración global instalada en aquel momento-clave en que la humanidad tomó conciencia, a través de la comunidad de los científicos, de la existencia de un "nuevo" planeta en el sistema solar.


¿Cómo describen a Le Verrier sus contemporáneos? Dicen de él que le marcaban enormemente dos rasgos psicológicos: su entrega vocacional y el despotismo con que trataba a sus subordinados. Neptuniano el primer rasgo, y plutoniano el segundo...

























¿Y qué se puede decir del poco afortunado J.C. Adams, que hallándose a dos pasos de pasar a la historia como el descubridor de Neptuno, se quedó en "segundón aguafiestas"...? Sin embargo, todo apunta a que él había descubierto Neptuno un poco antes que Le Verrier. Cierto que no tenemos la hora de nacimiento de Adams, pero desde luego no está prohibido especular al respecto (sobre bases caracteriales), y pienso hacerlo enseguida.


En todo caso, parece estar sólidamente establecido que Adams y Le Verrier llegaron simultáneamente y sin haber trasvase de datos en ninguno de los dos sentidos, a situar con excelente aproximación a Neptuno en el firmamento, utilizando métodos matemáticos basados en las desviaciones observadas en el desplazamiento de Urano. Es de destacar, por cierto, que en el momento en que el astrónomo berlinés Galle llevó a cabo la primera observación "oficial" de Neptuno siguiendo las instrucciones remitidas por Le Ve­rrier, Urano ocupaba el vocacional y "teleológico" zénit eclíptico, y gobernaba la conjunción mundial Saturno-Neptuno situada en el signo de Acuario (la cual al tiempo protagonizaba y constituía el telón de fondo astrológicomundial de aquel instante histórico). Subrayemos que la conjunción ocupaba la casa 9ª, la del pensa­miento superior.


Volviendo al tema principal, está meridianamente claro que un descubrimiento que llevan a cabo -haciendo jugar una sincronicidad clásica, en el sentido de Jung- dos investigadores que trabajan independientemente, manifiesta un carácter tanto neptuniano-píscico como "géminis"... ¿Quizás también plutoniano? Vamos por partes. De entrada detectamos la "geminianidad" de ambos científicos: Adams era "géminis" por signo solar, y Le Verrier tenía el Asc en el tercer signo del Zodiaco; es más, si la hora natal registrada de Le Verrier es la correcta, su Asc estaba en orbe de la conjunción con el Sol natal de Adams. Así que cada uno de los dos científicos era una especie de "hermano gemelo" del otro, y cabe incluso preguntarse qué versión del mito de Cástor y Pólux ponen es escena los astrónomos Urbain Le Verrier y John Couch Adams...


Parece cierto, asimismo, que los dos sabios pasaban olímpicamente por encima de las rencillas que, a su pesar, provocaron entre sus países respectivos, Inglaterra y Francia, y que incluso llegaron a convertirse en excelentes amigos (nos topamos aquí con otro dato píscico-neptuniano). Por lo demás, sus temperamentos no eran nada parecidos: Le Verrier poseía -ya lo hemos dicho- un carácter muy dominan­te, mientras que Adams, en cambio, no debía tener un ego demasiado inflado, a la vista de su inclina­ción a olvidar las ofensas. Se diría, pues, que a Le Verrier se le notaba su conjunción Sol-Plutón zenital, por mucho que la misma estuviera en Piscis. En cuanto a Adams... es difícil -como decíamos- resistirse a la tentación de especular sobre su hora de nacimien­to, y a fin de cuentas se trata de un ejercicio que puede tener sentido. Me parece que podemos apostar por un Asc en Piscis (¿verdad que lo habían adivinado...?; el "pobre Piscis" es el sempiterno perdedor en este mundo, de cuya vanidad él da testimonio). Además, Neptuno y Urano -conjuntos cuando él nació- ocuparían su MC, lo que es sumamente coheren­te. Aunque un dato contradictorio podría ser esa conjunción Saturno-Plutón que tendría en el Asc. ¿Sería entonces Adams también plutoniano, como Le Verrier? Bueno, de acuerdo con la visión que tenemos de Plutón la mayoría de los astrólogos, plutoniano tendría que ser, en todo caso, quien se enfocara de manera absoluta y exclusiva en el intento de localizar un planeta, y pusiera en ello todas sus energías desde muy joven... Pero Adams -a diferencia de Le Verrier- no era prepotente (no tenía una conjunción Sol-Plutón) sino sólo obstinado hasta extremos difícilmente imaginables. El tenía una única mira: descubrir el planeta que perturbaba el movimien­to de Urano. Y nada más le importaba, ni siquiera su propio ego. Pienso que respondía perfectamente a la conjunción Plutón-Saturno en Piscis que estaba instalada cuando él nació, y que -creo yo- debía tener en el Asc. Así pues, su meta, representada por su MC y su zénit eclíptico casi coincidentes, no eran nada más que... Urano y Neptuno.


Pero incluso aceptando esta hipótesis (de acuerdo a la cual Adams habría venido al mundo alrededor de la una de la madrugada), el británico sería menos plutoniano que el francés, dado que Adams no tenía Plutón angular "por cuerpo", sino ocupando en domitud el último tercio de la casa 1ª.


Para resumir de una manera visual y gráfica lo que inten­to hacer ver en relación a los co-descubridores de Neptuno, llamo la atención sobre la fisonomía muy píscico-neptuniana de Adams, por un lado, y sobre la muy plutoniana de Le Verrier, por otro. Y es, por cierto, de lo más normal que el más plutoniano de los dos fuese aquél que se llevó casi toda la gloria del descubrimiento.


El ciclo Neptuno-Plutón pasaba por la fase de sextil involutivo -con menos de 1º de orbe- en el momento de ser descubierto Neptuno; y sobre este aspecto y la estructu­ra geométrica de que formaba parte habré de volver. De hecho, tanto Le Verrier como Adams habían nacido bajo la cuadratura involutiva (el aspecto mayor inmediatamente anterior) Neptuno-Plutón, un aspecto que especialmente Le Verrier tenía muy valorizado en su carta (y seguramente también Adams si la hipótesis que he expuesto acerca de la hora de su nacimiento es correcta). Estos datos de aspectación apuntan a la estrecha complementariedad existente entre los arquetipos focalizados por los dos planetas más exterio­res, la cual se refleja también en el juego de las dominantes astrológicas y temperamentales que observamos en los dos astrónomos que co-descubrieron a Neptuno. Pero el dato sincronístico fundamental -que cabe calificar, sin exageración, de asombroso- que revela la estrecha relación entre los arquetipos neptuniano y plutoniano, tiene que ver con los modelos orbitales que tanto Adams como Le Verrier habían establecido para "el planeta transuraniano" antes del descubrimiento. Lo sorpren­dente es que los dos astrónomos habían calculado órbitas erróneas para el último planeta gigante, y que dichas órbitas -concebidas, como ya se ha dicho, simultáneamente y por separado- se parecen mucho entre sí, e igualmente a la verdadera órbita... de Plutón.


El punto del que partieron ambos investigadores parecía lógico: tanto Le Verrier como Adams supusieron, cada uno por su lado, que el planeta que buscaban cumplía -al menos aproximadamente- la ley de Bode, que da las distancias medias de los planetas al Sol. Pero se equivocaron, porque el anárquico Neptuno no cumple en absoluto dicha ley pitagórico-numérica -que recuerda un poco las "leyes" de la físico-química cuántica- que estructura el resto del sistema solar. Y el planeta que buscaban, en lugar de encontrarse a unas 38 UA del astro rey, estaba a sólo 30 UA del Sol, recorriendo una órbita que (a diferencia de las excéntricas que habían calculado) era casi circular.


En el dibujo adjunto se representan las órbitas del planeta hipotético calculadas por Le Verrier y por Adams, junto con la verdadera órbita de Neptuno. Las órbitas establecidas teóricamen­te se parecen bastante -teniendo en cuenta su forma y las dimensiones de sus ejes- a la verdadera órbita de Plutón. (Un paréntesis: los descubri­mientos de Neptuno y de Plutón se distanciaron en el tiempo un ciclo de Urano: 84 años; echen Vds. mismos la cuenta: lo que va de 1846 a 1930). En lo que se refiere al período de revolución supuesto para el planeta, este debía ser de 217 años según Le Verrier, y de 22 [7] según Adams, hallándose comprendido, pues, entre los períodos de revolución verdaderos de Neptuno (164 años) y de Plutón (247 años), pero más cerca, en todo caso, del segundo que del primero.


Volvamos ahora al tema del descubrimiento. En él, además de lo que ya se ha dicho, cabe observar lo siguiente:


a.- El signo de Cáncer en el Asc., la Luna (su regente) en Escorpio, y Piscis en el MC: aquí tenemos un Triángulo de Agua formado por los dos ángulos mayores y por el luminar nocturno, que regía el Asc. Queda bien claro (¡por si alguien lo dudaba!) que el "gobierno" (= MC) corresponde a Piscis.


b.- El Sol en 00 Libra, al haberse descubierto Neptuno "casualmente" en el equinoccio de otoño. El luminar diurno ocupaba, pues, el punto cardinal del Otro Arquetípico, el punto zodiacal del Espejo, en que sólo puede llegarse al yo a través del no-yo.


c.- Todos los planetas personales están bajo horizonte, y todos los no-personales están sobre horizonte: la individualidad diferenciada pasa, para Neptuno, al reino de la sombra...


d.- Una extraña figura de aspectos, perfectamente simétrica, que adquirió aun mayor nitidez al día siguiente, 24 de septiem­bre, cuando el astrónomo avistador, el berlinés Galle, comprobó que el cuerpo celeste no catalogado que había localizado la víspera, se había movido con respecto al telón de fondo de estrellas fijas, y de ello dedujo que tenía que ser un planeta. La figura en cuestión consta de un núcleo que es un Dedo del Destino -o "Yod"- cuya base es el citado sextil existente entre Saturno-Neptuno y Plutón, y cuyo vértice es un Marte situado en 26o Virgo y casa 4ª, y de una periferia formada por biquintiles (Plu­tón -Mercurio, y Saturno/Neptuno - Sol) que tiene el efecto de aumentar la simetría global de la figura, focalizada evidente­men­te sobre Marte.


Si volvemos a comparar la carta del descubrimiento con la del "descubridor oficial", Le Verrier, veremos que este mismo Marte transitaba exactamente su Caput Draconis natal... ¿Y qué significado cabe atribuir a esta estructura tan compleja y de tan elevada simetría, que se focaliza sobre un Marte situado en 26º Virgo precisamente (¿por qué ahí?) que estaba transitando el Nodo Norte Lunar de Le Verrier? Bueno, de entrada, un Marte en Virgo parece aludir al método científico seguido, y que -aunque fuese a trancas y barrancas- condujo al descubrimiento de Neptuno, un método de tipo yang -"de hemisferio izquierdo"- que, como tal, es fuertemente analítico y utiliza ciertos instru­mentos que tienen forma fálica o de arma: los telescopios, con los cuales se apunta hacia el firmamento... Pero, de todos modos, ¿qué hacía ese Marte transitando justamente la Caput natal de Le Verrier? ¿Y por qué juega un papel tan relevante en la carta del descubri­miento de Neptuno? Para responder a esta pregunta, conviene decir primero dos palabras sobre el Eje de los Nodos Lunares, sobre el Dragón...


El Dragón lunar -o gaiano, como prefiero llamarle- nos obliga a volver al pasado para así resolver o "acabar" lo que se había dejado a medias. Esto, tanto a nivel individual como a nivel transpersonal-colectivo. Pues bien, Vds. mismos van a tener ocasión de comprobar enseguida que nos encontramos ante un caso extraordinariamente nítido de un funcionamiento nopersonal del Eje del Dragón. Veamos exactamente de qué se trata:


Viajemos hacia atrás en el tiempo. Como siempre exige el Dragón, y como se lo demandó a Le Verrier, quien tenía por cierto su Caput en 5ª (creatividad y vocacionalidad). Hemos ido a parar a comienzos del año 1613 y a Italia: un hombre entrado en años de barba canosa y mirada inteligente se prepara para observar el cielo nocturno a través de un telescopio primitivo; el viejo es Galileo, que se halla enfrascado en el estudio de los grandes satélites de Júpiter que él mismo ha descubierto hace poco. En un cuaderno, Galileo traza esquemas y toma notas referentes a lo que, noche tras noche, ve por su telescopio... Dibuja el disco bandeado de Júpiter, y los cuatro satélites alineados en el plano ecuatorial del planeta, que van cambiando de posición bastante rápidamente, incluso algunos en el transcurso de una misma sesión de observación. El sabio de Pisa dibuja también algunas estrellas fijas que le sirven de referencia para medir el desplazamiento de los satélites y del propio Júpiter; dichas estrellas, naturalmente, no modifican sus posiciones relativas, ¿pero de veras es así...?, ¡porque hay una estrella muy cercana a Júpiter, que sí que cambia ligeramente de posición con respecto a las otras! Galileo pinta la estrella anómala, y deja clara constan­cia de su inesperado desplazamiento en los dibujos esquemá­ticos que realiza de finales de diciembre de 1612 a finales de enero de 1613, pero no escribe ni una sola palabra sobre ella ("demasiados problemas con la Inquisición he tenido ya", debió pensar). ¿De qué estrella se trata? Le pedimos al ordenador que nos dé las posiciones planetarias para el día 1 de enero de 1613, y vemos a Júpiter en 26º 22' Virgo, y a Neptuno en 26º 28' Virgo... Pues sí, como ya notara Kowall (el descubri­dor, por cierto, del asteroide-cometa Quirón) en 1980, Galileo fue el primer científico que observó Neptuno, y lo hizo precisamente en ocasión de hallarse el planeta en estrecha conjunción con Júpiter (llegó a haber, de hecho una ocultación de Neptuno por Júpiter) en el grado 26 de Virgo. Pero Galileo guardó silencio sobre su descubrimiento: debió darse cuenta de que había encontrado un nuevo planeta, ya que vio moverse una "estrella", pero decidió ocultar su hallazgo. Lo menos que se puede decir es que es bien curioso que tanto Neptuno como Júpiter estuvieran en su exilio astrológico en aquel preciso momento... ¡en que Neptuno fue relegado "al exilio" por uno de los padres de la ciencia moderna!


Y héte aquí que dos siglos más tarde nació un niño de apellido Le Verrier, cuya Caput Draconis estaba a menos de 1º de distancia del punto que conjuntamente ocupaban Neptuno y Júpiter en el momento en que el planeta transpersonal fue observado por Galileo. (Digamos de paso que la observación en cuestión se llevó a cabo gracias a Júpiter, sí..., pero más aun gracias a sus satélites, cuyos nombres convocan a cuatro amantes de Zeus: estamos ante la faceta acuosa de la empatía jupite­riana, que apunta hacia la común regencia de Piscis, signo de exalta­ción de Venus5, por Júpiter y por Neptuno). Pues bien, su Nodo Norte en 26o Virgo, le transmitió a Le Verrier el "encargo" de remover el pasa­do. Y cuando un tránsito de Marte sobre esa misma Caput actualizó el punto zodiacal -y el correlativo instante del pasado- en el que Neptuno había sido, una vez, visto..., sólo entonces el mercurial anuncio del descubrimiento del planeta (el Mercurio de Le Verrier, en 26º Acuario, activado por la conjunción exacta Neptuno-Saturno del momento, que caía exactamente en ese mismo grado) fue hecho público, por fin.


Pero las nieblas que rodeaban a Neptuno no acabaron de disiparse con su descubrimiento. Más allá de un vago disco azul oscuro, que era todo lo que podían mostrar los mejores telescopios, la imagen óptica del último planeta gigante estuvo fuera del alcance de la humanidad todavía durante siglo y medio... Hubo que esperar a que una de las sondas Voyager pasara junto a él, el 25 de agosto de 1989, para poder disfrutar de las primeras imágenes nítidas del Señor de las Aguas. Sólo así hemos podido contemplar, por fin, al bellísimo e impresionante planeta Neptuno, cuyos tonos oscilan entre los múltiples del azul y el violeta oscuro, y que tiene una gran mancha alargada que recuerda un ojo ciclópeo... Porque no creo que haga falta una imaginación excepcional para que este llamativo detalle del mapamundi neptuniano -que ha sido bautizado como la Gran Mancha Oscura- resulte evocador de un inmenso ojo: el ojo visionario del Neptuno astrológico [6].


Acompañan las posiciones planetarias (desgraciadamente sin hora) de la recepción de las fotos del Voyager. Vemos, de entrada, que Neptuno volvía a estar en conjunción con un Saturno digno y fuerte por hallarse domiciliado: esta vez en Capricornio (en el descubrimiento estaba en Acuario). Parece, pues, que sólo un Saturno potente hace posible la concretización, la materialización, del más evasivo de los planetas-arquetipos... Además Plutón estaba nuevamente en sextil con Neptuno: ahora se trataba del sextil evolutivo en lugar del involutivo. Y el sextil es un aspecto de naturaleza eminentemente cognitiva, ligado al elemento Aire. Por otra parte, se trata de otro mapa fuertemente estructu­rado por figuras de aspec­tos.


Sin embargo, lo más impresionante vuelve a ser la posición del Dragón, cuya Cabeza está en 25º Acuario, ¡casi exactamente donde se encontraba Neptuno al ser descubierto! El gran "movilizador del pasado", el Dragón, ofrecía pues una nueva oportunidad de cara al conocimiento del misterioso Neptuno, igual que había ofrecido otra antes, a través de Le Verrier, si bien entonces -hacía siglo y medio- el puente temporal dracónico había sido tendido hacia la proto-observación "oculta" de Galileo.







Anexos:

























Notas




1. Cf. Philippe Henarejos, "Neptune, la guerre des pères" in Science et Vie, nº947, París, agosto 1996.

- Mark Kidger, "Neptuno, 150 años de su descubrimiento" in Universo, nº19, Barcelona, noviembre 1996.


2. Fuente: Astralis, nº23.


3. Según las enciclopedias Espasa (completa) y Britannica, en sus respectivos a­partados referentes a este astrónomo inglés.


4. Cf. Pierre Saint-Jean, art. cit.


5. Conviene recordar que ya Manilius propuso la regencia de Piscis por Neptuno, en su curiosísimo cuadro de regencias de los signos por dioses del panteón romano. Cf. Astronomicon, libro 2º(trad. Demetrio Santos, Editorial Barath, 1982, Madrid).


6. Este "ojo", por lo demás, se abre y se cierra: en los últimos ocho años desapareció la Gran Mancha Oscura, pero apareció enseguida otra análoga.


















Publicado por egarciaber en 16:40 No hay comentarios:
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