Cuadernos de Urania

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lunes, 18 de abril de 2011

Japón: Terremoto, Tsunami y Emergencia Nuclear







    














ESPERANDO EL TSUNAMI



































JAPÓN, UN MES DESPUÉS










































































































TERREMOTO EN JAPÓN


11 Marzo 2011


EPICENTRO

























URANO Y PLUTÓN, LOS "PLANETAS NUCLEARES" CUYO CICLO RESUENA CON JAPÓN, COMO YA SE HA VISTO EN OTRAS OCASIONES (HIROSHIMA Y NAGASAKI), PRESENTABAN EN EL MOMENTO DEL SEISMO UN PUNTO MEDIO EN LONGITUD ECLÍPTICA CUASI PARTIL AL DESCENDENTE, Y OPUESTO POR TANTO AL ASCENDENTE DEL MAPA ASTRAL DE LA CATASTROFE, UN GRADO ANARÉTICO ("DADOR DE MUERTE") POR EXCELENCIA QUE PRESAGIABA YA LA CONEXIÓN NUCLEAR DEL EVENTO GEOLÓGICO.














 






















JAPÓN RADIX



























PLUTÓN  EN EL MAPA ASTRAL DEL SEISMO  A  SU VEZ SE SITUABA CUASI PARTIL AL PUNTO MEDIO ECLÍPTICO MARTE - URANO DEL RADIX JAPONÉS  (VÉASE GRÁFICO DE ABAJO), SIGNIFICATIVO DEL VIOLENTO E  IMPREVISIBLE SUCESO Y SUS FUTURAS CONSECUENCIAS. PLUTÓN SIEMPRE SEÑALA "UN ANTES Y UN DESPUÉS"., ALGO QUE DEJA UNA HUELLA PERMANENTE. 








EL ASCENDENTE DEL SEISMO SE HALLA  EN CONJUNCIÓN CON SATURNO RADIX DEL GRÁFICO DE JAPÓN QUE ADEMÁS COINCIDE CON EL PUNTO MEDIO ECLÍPTICO ASCENDENTE - URANO:  UNA IMPREVISIBLE CATÁSTROFE PARA EL PUEBLO NIPÓN.








































LA TRIPLE TENSA  CONJUNCIÓN  MARTE - JÚPITER - ÉRIS DEL PRIMERO DE MAYO PRÓXIMO, QUE MANTIENEN  A SU VEZ UNA TRIPLE OPOSICIÓN POR TRÁNSITO CON URANO EN EL MAPA RADIX JAPONÉS ANTCIPA MÁS SORPRESAS, MÁXIME CUANDO VEMOS A NEPTUNO REGENTE DE MEDIO CIELO TRANSITANDO POR CONJUNCIÓN CUASI PARTIL A MERCURIO, REGENTE DE ASCENDENTE.





SERÁ UNA INTERESANTE OCASIÓN PARA IR PERFILANDO LOS MATICES SIMBÓLICO OPERATIVOS DEL NUEVO PLANETA ÉRIS.






















EL TRIPLE TRÁNSITO DE OPOSICIÓN MARTE - JÚPITER - URANO SOBRE URANO RADIX

























CONJUNCIÓN PARTIL MARTE - JÚPITER - ÉRIS


DOMIFICACIÓN TOKIO


1 Mayo 2011


































OBSERVAMOS QUE LA RESULTANTE GEOMÉTRICA DE LOS PUNTOS MEDIOS EN TRÁNSITO  DE SATURNO - URANO, URANO - PLUTÓN Y SATURNO - PLUTÓN  SE SITÚA EXACTAMENTE SOBRE LA POSICIÓN ECLÍPTICA DE ÉSTE ÚLTIMO (PLUTÓN -HADES). 

















































1 DE MAYO 2011. FUKUSHIMA. JAPÓN


¿UN NUEVO GIRO DE TUERCA?


















PRÓXIMO AL 1 DE MAYO JAPÓN DEBERÍA SER DE NUEVO PROTAGONISTA


POR LAS CONSECUENCIAS DEL ACCIDENTE NUCLEAR EN FUKUSHIMA































Publicado por egarciaber en 0:46 No hay comentarios:

viernes, 15 de abril de 2011

Jose Luis San Pedro habla sobre la Crisis del Sistema




ESTE SISTEMA SE ACABA Jose Luis Sampedro... por hordashispanicas




Publicado por egarciaber en 16:11 No hay comentarios:

jueves, 14 de abril de 2011

Abril 2011: Cosechando la Siembra





Abril 2011_Cosechando La Siembra







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Publicado por egarciaber en 22:30 No hay comentarios:

miércoles, 13 de abril de 2011


La noche temática - La batalla de Chernóbil y Desechos nucleares





A través de imágenes no vistas hasta ahora y entrevistas a los principales implicados, nos sumergimos en el desastre nuclear de Chernobil.





El 26 de abril de 1986 una prueba de seguridad en la central nuclear de Chernóbil provocó la mayor catástrofe nuclear de la historia. La explosión del cuarto reactor desencadenó una reacción en cadena que amenazó con provocar una segunda explosión aún más potente, diez veces más fuerte que la de Hiroshima y que habría afectado a media Europa.





http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-noche-tematica/noche-tematica-batalla-chernobil/1069794/



El otro documental: La pesadilla de los desechos nucleares:http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-noche-tematica/noche-tematica-pesadilla-desechos-nucleares/1069816/


Cojo un bidón de residuos nucleares, lo tiro por el retrete…






… y ya van 140.000 toneladas de residuos radioactivos a unos 600 km de las costas gallegas que el mar se ha tragado. Y como podéis sospechar, no solo ahí.





Llevamos jugando a la energía nuclear desde los años 40 y durante muchas décadas se pensó que el vertedero ideal para los residuos radioactivos era el mar. Un sitio grande, muy grande, donde según argumentaban, en caso de que se rompiera por la corrosión, el elemento radioactivo soluble se iría diluyendo con lo cual, al haber menos radioisótopos por unidad de volumen, la radiación sería cada vez menor hasta ser inapreciable. Hoy en día nos parece un disparate, y ciertamente lo es, pero durante décadas esta fue la manera en la que nos deshicimos de la basura nuclear.














 










El fin de semana pasado emitieron en “La Noche Temática” de La 2 un par de documentales muy interesantes al respecto del problema nuclear. Uno sobre desechos nucleares y otro sobre Chernóbyl que desde ya os invito a visualizar para que entendáis, si no lo conocéis ya, el alcance. Hace apenas 25 años de aquello. Y hace 25 años el panorama fue totalmente desolador.





Hoy nos da miedo ver esos barriles corroídos por el efecto del agua, y aún sabemos que algunos vertidos ilegales continúan.











Una parte del razonamiento que llevó a echar la basura al mar era cierta, lo malo es que no se contaba con que la mayor parte de esos materiales radioactivos son metales muy pesados, materiales no volátiles que no se disuelven así como así, que pasan a intoxicar las inmediaciones del ecosistema en el que son vertidos y que se incorporan al mismo. La vida puede resistir altas dosis de radiación y esa radiación puede acabar incorporándose a multitud de organismos, organismos que pueden esparcirse mucho más allá de las inmediaciones de donde estaba el vertido y alcanzar, en la práctica, cualquier punto del planeta. Estos problemas, conocidos como bioacumulación y biomagnificación están bien estudiados y ponen al descubierto la debilidad de ese razonamiento inicial.





Nosotros, occidente, los “países civilizados” confiamos en una especie de fe ciega en los controles de calidad y en la seguridad de los alimentos que ingerimos, y yo no pongo duda en ello. Creo de hecho que cuando hay una catástrofe más se endurecen los controles, y es cuando tal vez se vuelva más seguro consumir porque sabemos que lo que llega al mercado estará libre de sospecha con toda confianza.



Sin embargo toda esa radiación que hemos ido incorporando al medio ambiente no solo tiene como efecto el subir el nivel medio de radiación de fondo natural que todos recibimos por el hecho de estar vivos. También pasa a formar parte de nuestra vida y quién puede calcular el impacto que eso tiene en nuestra salud y en la de todo el planeta a medio o largo plazo. Sencillamente, nadie lo sabe ni lo puede calcular. No se hacen estudios completos porque no se sabe el área afectada.





Además, los modelos empleados habitualmente para calcular el índice de afectados están basados en Hiroshima y Nagasaki: bombardeos donde una fuente de radiación puntual provoca un fallout radioactivo en una zona localizada. ¿Pero hasta qué punto podemos comparar esto con una situación como la de Chernóbyl, en la que se tardó 7 meses en aislar (temporalmente) del mundo el reactor 4 que hasta entonces estuvo contaminando las inmediaciones con niveles elevadísimos, produciendo envenenamientos por Yodo, Cesio, Estroncio y otros materiales no volátiles en Bielorrusia y muchos más países, por no hablar de la contaminación más local con no volátiles? Esa contaminación que aún hoy perdura y sigue afectando a la vida. Como para saber qué demonios ha pasado con toda esa basura radioactiva que vertimos tan alegremente frente a nuestras costas.





Y es que abrazando el mayor de los pragmatismos podemos decir que la energía nuclear, en sí, no es mala. El problema es cuando metes la economía, los intereses y el dinero de las compañías energéticas y de los estados de por medio. Cuando empiezas a tener que ajustar presupuestos y ves que la seguridad es carísima. Todo ese debate transcurre a espaldas del ciudadano, y es una parte bastante turbia y que no suele salir a la luz hasta que no queda completamente en evidencia el desastre. El “factor humano” siempre está ahí y es imposible de ignorar.





La radioactividad es un enemigo silencioso y paciente, una lotería macabra en la que cuanto más tiempo estamos expuestos más cientos de papeletas compramos para participar. Y nadie nos garantiza que vayamos a vivir o a morir, o que dentro de años o décadas podemos desarrollar cáncer debido a ella. Los modelos sirven para pelearse entre los distintos lobbies interesados, pero la realidad está ahí. Que se lo digan a los miles de bielorrusos con terribles malformaciones post-Chernóbyl. No es algo que podamos dejar al azar, no es algo con lo que se pueda comerciar. Porque ni siquiera los que comercian con la muerte saben hasta dónde puede llegar su insensatez.





Recuerdo que en la novela “Chernóbyl” de Frederik Pohl decía que cada vez que respiramos, una de las moléculas que entra en nuestros pulmones ha sido respirada por Julio César y que Chernóbyl estuvo exhalando gas tóxico radioactivo durante meses, para que nos hagamos una idea de hasta dónde alcanza. Posiblemente la afirmación, así sin más, sea bastante alarmista y haya que cogerla mucho con pinzas y tal, pero sin embargo, el sustrato de esta afirmación sí que es indudablemente cierto: cada vez que hemos echado basura al mar, al aire o a donde sea, esa basura permanece. Y tarde o temprano, acabamos pagando por ella.





En Chernóbyl lucharon, mal que peor, contra el peor enemigo radioactivo de la historia. La “suerte” era que estaba ahí, en el reactor 4, y que la lucha era contra un foco. Aún así, como ya sabréis, la desinformación y la mentira ha matado y ha hecho mucho más daño que cualquier dosis de radiación.



(…) No vi la explosión. Sólo las llamas. Todo parecía iluminado… El cielo entero… Unas llamas altas. Y hollín. Una calor horroroso. Y él seguía sin regresar. El hollín era porque ardía el alquitrán; el techo de la central estaba cubierto de asfalto. Sobre el que la gente andaba, como él después recordaba, igual que sobre resina. Sofocaban las llamas y mientras él reptaba. Subía al reactor. Tiraban el grafito ardiendo con los pies… Se fueron sin los trajes de lona; se fueron para allá tal como iban, en camisa. Nadie les avisó; los llamaron a un incendio normal…


“Voces de Chernóbil”, de Svetlana Alexievich.



¿Cómo podemos determinar el impacto que pueda tener en nuestro futuro todos esos vertidos descontrolados que se han hecho? En 1995 se determinó que era una locura tirar los bidones radioactivos al mar y se empezaron a llenar las Spent Fuel Pools de los reactores con material esperando a que se construyeran almacenes de control de residuos de alta actividad para enterrar para siempre este veneno, o proponer soluciones alternativas.





Yo decía no hace mucho que la energía nuclear es una hipoteca que tenemos que saldar cuanto antes, pero más bien a medio plazo, debido al desarrollo tecnológico. Cada día que pasa creo que estamos más cerca de lo que pensamos de saldar esa hipoteca. Otro día os hablaré de por qué creo que en realidad, sí que podríamos desconectar las centrales nucleares antes de lo que pensamos. Lo malo es que esto no se termina el día que se apague el último reactor, porque esa basura seguirá siendo tóxica por miles de años.





A día de hoy, la única solución mientras se sigan produciendo residuos es enterrarlos protegidos de alguna manera, con hormigón, vidrio, cerámicas o lo que sea, a gran profundidad y en zonas bien delimitadas. Pero una vez más nos asalta una macabra duda. Estamos hablando de residuos que viven decenas de miles de años o millones de años. Si ya no podemos garantizar la estabilidad política de un país durante más que un puñado de décadas, si llega, ¿cómo vamos a garantizar la seguridad de esos vertidos a largo plazo? El debate sobre el modo de señalizar estos cementerios de cara a evitar que “el hombre del futuro” descubra el macabro regalito que le llevamos preparando durante décadas es muy controvertido y no hay una respuesta clara a qué hacer con eso.



Incluso he visto plantear soluciones muy sci-fi como la de lanzar cohetes con desechos radioactivos al Sol, para deshacernos de ellos. Esto cuenta con al menos dos inconvenientes directos y evidentes. El primero es el tecnológico: desde la cancelación del programa Apollo no tenemos lanzadores capaces de enviar más que unos pocos miles de kilos a la órbita baja, como para plantearse llevar cosas que pesan hasta 20 toneladas por metro cúbico a 150 millones de kilómetros. Y el segundo es, si existiera tal ingenio pirotécnico, a ver quién se enfrenta al riesgo de que falle el lanzamiento desperdigando todo ese material radioactivo en la zona del lanzamiento.



No inspira mucha confianza que las medidas consistan básicamente en o bien esconder debajo de la alfombra o bien tirar la basura bien lejos. Pero es que no podemos hacerlo de otra manera. Por eso el mundo debe afrontar una nueva etapa de “desarme” e ir planteándose la retirada de esta energía. Una energía que además está 100% en manos de los intereses económicos de las compañías energéticas, mientras que otras alternativas no son así. Y mientras don dinero tenga la sartén por el mango, yo no me fío.



En Japón estamos viendo cómo una compañía intenta torpemente cubrir sus miserias ante el estupor de un país y del resto del mundo, dando informaciones contradictorias y que te llevan a dudar de lo más elemental. Y que mientras sucede, te das cuenta de que en el fondo, han tenido muchísima suerte de que el primer mecanismo de seguridad funcionara y los daños hayan venido del calor residual y de los problemas derivados de la refrigeración. Porque si la situación hubiera sido parecida a Chernóbyl no me creo que lo hubieran gestionado mejor.



Así que, dado que no vivimos en una tecnocracia mundial donde manden los expertos y sean quienes decidan y los que toman las decisiones lo hacen basándose en criterios político-económicos relegando a los expertos a un segundo plano, no podemos garantizar que la gestión de la energía nuclear y sus desechos sea segura en sus manos. Tampoco podemos dejarnos llevar por la paranoia o la histeria. Pero aprovechemos que el debate se ha reabierto para zanjarlo de una vez por todas





Publicado por egarciaber en 19:04 No hay comentarios:

Nuevo e impresionante video sobre el Tsunami de Japón







Publicado por egarciaber en 16:24 No hay comentarios:

Abril 2011: Ingreso de Neptuno en Piscis




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http://www.astrodreams.com/forosfiles/ingreso_de_neptuno_en_piscis_black.pdf




Publicado por egarciaber en 1:54 No hay comentarios:

martes, 12 de abril de 2011

Japón Sitúa a Fukushima al Nivel de Chernobyl






El primer ministro niega haberse retrasado en reconocer la magnitud real de la tragedia.- El OIEA considera los incidentes en los reactores 1, 2 y 3 como un solo accidente.- El ministro de Ciencia y Tecnología reconoce que hay estroncio, un metal que provoca leucemia, en el suelo y las plantas alrededor de la central.- Un nuevo terremoto afecta a la central, aunque sin provocar daños.























Japón ha tardado un mes en admitir la realidad del accidente de Fukushima. La pasada madrugada (hora española), el Gobierno de Tokio admitió que el desastre merece un 7 en la escala de sucesos nucleares (en la escala internacional del 0 al 7 de accidentes nucleares INES, por sus siglas en inglés) debido a los altos niveles de radiación detectados tras las fugas de la central. El salto de 5 a 7 sitúa el accidente en el nivel de Chernóbil, ocurrido hace 25 años, el único precedente. La Agencia de Seguridad Nuclear japonesa (NISA) ha reconocido el cambio de nivel porque la emisión de yodo radiactivo ha sido de decenas de miles de terabequerelios, un nivel que ha considerado como un 10% de la emisión de Chernóbil. Aún así, la Organización Mundial de la Salud se ha apresurado a decir que el riesgo para la salud pública por el accidente nuclear no es peor hoy que ayer, cuando todavía no se había elevado el nivel del desastre nuclear. "Nuestra evaluación de la salud pública es igual hoy que ayer ", ha asegurado Gregory Hartl, portavoz de la OMS a Reuters."Por el momento hay muy poco riesgo para la salud pública fuera de la zona de 30 kilómetros de evacuación", ha insistido.

Por su parte, el ministro de Ciencia y Tecnología japonés ha confirmado que se han encontrado pequeñas cantidades de estroncio, un metal altamente radiactivo que puede provocar leucemia, en la tierra y plantas alrededor de la central. Estas partículas se unen a otros elementos encontrados en las mediciones de los alrededores de la central, como el yodo, el cesio y el plutonio.

Pese a tardar un mes, en su primera comparecencia tras la elevación de la categoría del accidente, el primer ministro japonés, Naoto Kan, ha rechazado que haya habido un retraso en reconocer la magnitud real de la tragedia y ha negado que se infravalorase lo sucedido. Kan ha vuelto a demandar más información a Tepco, y le ha pedido que muestre sus planes para controlar la situación, pero ha enviado un mensaje pretendidamente tranquilizador: "la planta de Fukushima se está estabilizando paso por paso". Sin embargo, y pese a que ayer decidieron evacuar una zona más amplia afectada por los escapes de la central, Kan ha dicho que está descendiendo el escape de partículas radiactivas y ha pedido a los japoneses que, poco a poco, se vayan incorporando a la vida normal, después de pedirles, como medida para reconstruir el país, que consuma los productos de las zonas devastadas por el terremoto, informa Kyodo.

Mientras tanto, un portavoz de la compañía que gestiona la central, Tokyo Electric Power (TEPCO), ha reconocido a la agencia local de noticias Kyodo News, el temor de la compañía a que las filtraciones de materiales radiactivos superen en el futuro a las que se produjeron en 1986 en Chernóbil. "La filtración de radiación no se ha detenido completamente", ha dicho este portavoz.

Y por su parte, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha confirmado en un comunicado la nueva valoración del accidente, mientras que en el mismo comunicado considera que los daños sufridos en los tres primeros reactores se consideran ahora como un solo incidente, incidente que merece la calificación de nivel 7, informa Efe. Hasta ahora, los daños sufridos en esos reactores estaban considerados como incidentes separados, calificados con un 5. Mientras tanto, la unidad 4 de Fukushima permanece en el nivel preliminar 3 de la escala. El OIEA, además, añade que la nueva calificación "requiere aplicar amplias y planeadas contramedidas".

Mientras Japón lucha contra el desastre nuclear un mes después del gran terremoto, la tierra continúa temblando. Esta madrugada (hora española) han sido dos: el primero, que se ha sentido principalmente en Tokio, ha sido de magnitud 6,4 en la provincia de Chiba, según informó la agencia metereológica nipona, una intensidad que no activó la alerta de tsunami pero que hizo temblar los edificios de Tokio; el segundo, en los alrededores de Fukushima, de magnitud 6,3.

La NISA cree que la mayor parte del material radiactivo liberado en la atmósfera desde Fukushima Daiichi proviene del reactor 2, que el 15 de marzo sufrió una explosión de hidrógeno cerca de la piscina de supresión, en la base del reactor, que dañó la vasija de contención que protege el núcleo. Eso desató una fuga masiva de materiales radiactivos en el reactor, que se cree ha experimentado una fusión parcial de las barras de combustible, según la agencia nuclear, informa Efe.

Fukushima no es un "accidente sin impacto significativo", como declaró Tokio durante semanas; tampoco es un "accidente con riesgo fuera del emplazamiento", como mantuvo durante un mes. Fukushima es "un accidente grave", un nivel siete. Los expertos internacionales insistían desde hace semanas en que el accidente debía ser calificado, como mínimo, como un nivel 6 en la escala internacional INES. Hasta ayer, Japón aún mantenía el nivel 5, similar al accidente de Three Mile Island, en Harrisburg (Estados Unidos, 1979, en el que apenas hubo escape.

Pese a elevar la gravedad, NISA ha insistido en separar el accidente del de Chernóbil: "Hay muchas diferencias", señaló el portavoz de NISA, entre ellas que aún se puede trabajar junto a la central nuclear o que la emisión al exterior es significativamente menor. La estimación de que lo emitido por Fukushima es un 10% de Chernóbil ya la dio el instituto de radiología francés el 24 de marzo.

El organismo de control japonés ha dicho además que sus cálculos preliminares señalan que la cantidad de exposición externa a la radiación de Fukushima ha alcanzado el límite anual de un milisievert en zonas situadas a más de 60 kilómetros al noroeste de la planta y a unos 40 kilómetros en dirección suroeste. En el radio de 20 kilómetros de zona de exclusión, ampliado ayer por el Gobierno, la cantidad de radiación varía de uno a 100 milisieverts por hora, mientras que en la zona comprendida entre los 20 y los 30 kilómetros de la central, la cantidad se reduce a niveles inferiores a 50 milisieverts.

Que en Iitate, un pueblo de 7.000 habitantes a 40 kilómetros al noroeste de la nuclear, hay altos niveles de contaminación no es ninguna sorpresa. El 25 de marzo, dos semanas después del tsunami, los partes del Gobierno japonés ya detectaban una contaminación por cesio -137 en el suelo de 163.000 bequerelios por kilo (500 veces más de lo permitido en la UE). El cesio-137 tarda unos 300 años en desaparecer.













Ampliación de la zona de exclusión





La central nuclear de Fukushima retrocedió ayer durante 49 minutos al punto de partida, a la crítica situación que vivió tras el tsunami justo un mes antes. Un terremoto de magnitud 6,6 en la escala de Richter a 68 kilómetros de Fukushima dejó a la planta sin suministro eléctrico y sin refrigeración entre las 17.16 y las 18.05 (hora local japonesa). La pérdida de energía externa tras el tsunami del 11 de marzo dejó a cuatro de los seis reactores de la central en tan mal estado que, tras treinta días de trabajo, Japón no logra controlarlos ni aventura cuándo podrá llevarlos a una parada fría. La refrigeración es esencial para enfriar el combustible del reactor y de las piscinas y evitar así la fusión del núcleo.

Según Tepco, cuando retomó la inyección de agua dulce los cuatro reactores más afectados seguían estables. El problema es que casi nadie sabe a ciencia cierta eso qué significa, porque los datos de la central son escasos. El Congresista demócrata Edward J. Markey mostró la semana pasada en Washington un correo electrónico que le había enviado la Agencia Nuclear de EE UU (NRC) según el cual temía que el núcleo del reactor dos estuviese fundido y hubiera salido de la vasija. Ese panorama es peor que el que presentan las autoridades japonesas, aunque la NRC matizó después que no tenía claro si eso había ocurrido. La situación refleja la incertidumbre en la que aún se mueven los expertos.

Ingenieros de todo el mundo escudriñan los datos que Japón hace públicos para intentar aventurar cuál puede ser la situación en el interior de los reactores. La NRC tiene expertos en Japón desde el primer día y la Embajada estadounidense en Tokio recomienda a sus ciudadanos que se mantengan a 80 kilómetros de la central (para enojo del Gobierno japonés) y les ha repartido pastillas de yoduro potásico. El yoduro potásico a altas dosis satura el tiroides e impide la absorción de yodo radiactivo.

Por otro lado, el Ejecutivo anunció que se pondrá serio con los residentes que, ignorando la recomendación, siguen en la zona de exclusión. Desde el 13 de marzo, las autoridades japonesas han medido la radiación a 131.604 personas. De ellas, 102 presentaron contaminación en la ropa, pero ninguna contaminación corporal por encima de los límites. En Iitate y Kawamata se han realizado mediciones en 946 niños para estudiar la acumulación de yodo radiactivo en su glándula tiroides, sin que se hayan detectado niveles superiores a los fijados por Japón, según el Consejo de Seguridad Nuclear. "Nos parece bien esta decisión, pero deberían haberla tomado antes", explicó por teléfono Greg McNevin, del equipo de Greenpeace en Japón. No es la primera vez que la realidad obliga a corregir las optimistas previsiones del Gobierno de Tokio.

La organización afirma que la gente que aún vive alrededor de Fukushima podría recibir una dosis de radiación de cinco milisievert al año, "que fue el umbral de evacuación en Chernóbil". Las mediciones muestran que la dispersión de las partículas radiactivas no es uniforme. Aunque los vientos dominantes van hacia el Pacífico, hay una lengua de contaminación hacia el noroeste, que es la que engloba a Iitate.






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